Las encuestas ya han adelantado lo que previsiblemente ocurrirá el próximo domingo: un ascenso meteórico del PP y una derrota aplastante del PSOE. En la calle, la gente está convencida de que ocurrirá lo que todo el mundo vaticina y lo que una inmensa mayoría desea: que los socialistas vayan a la oposición ante su manifiesta incapacidad para gestionar la crisis económica.

Pero si el 20-N el mapa político español va a dar un giro total no será por los méritos del candidato del PP, Mariano Rajoy, sino por los deméritos del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Un presidente que mintió a los españoles sobre la crisis, afirmando mes tras mes de que no pasaba nada, y luego no sabiendo explicar la necesidad de unas medidas que imponía Europa y los mercados --esos entes desconocidos que manejan los hilos de la economía mundial y que se están forrando de millones mientras que el resto de los mortales las estamos pasando canutas--.

Y es que al final, los españoles lo que no perdonan en la mentira. Felipe González perdió las elecciones por mentir en el tema del GAL. Por afirmar que miembros de su Ejecutivo no estaban detrás del asesinato de supuestos etarras y de que no había guerra sucia por parte del Estado. José María Aznar hizo perder las elecciones al PP en el 2004 por mentir con el atentado del 11-M, y pretender convencer a la sociedad de que detrás del atentado de Atocha se encontraba ETA y no el terrorismo islamista, como así era.

Y Zapatero será el artífice de la mayor derrota sufrida por el PSOE, que si la gente de izquierdas no lo remedia --y no tiene pinta de que así suceda-- supondrá tener el menor número de diputados alcanzado por el partido desde las primeras elecciones democráticas. ¿Y qué hubiera pasado si Zapatero reconoce la situación?. A lo mejor poco hubiera variado la cosa. Rajoy seguiría ganando, pero ahora se estaría hablando de menos diferencias en el número de escaños o incluso si hubiera adelantado las elecciones para que el nuevo Gobierno aplicara las medidas, incluso el PSOE podría haber tenido alguna oportunidad de seguir gobernando. Pero eso es ya ciencia ficción. Periodista