La herida del expolio del patrimonio histórico-artístico de Aragón sigue abierta. La reciente sentencia del Tribunal Constitucional, junto a los impresentables episodios de otras devoluciones de bienes que no llegan, nos ha vuelto a poner a los aragoneses en pie. El patrimonio aragonés que se encuentra ilegalmente en Cataluña atesora una incalculable riqueza artística, pero además, expresa una historia milenaria, que nos identifica como pueblo. Y cuando vuelvan a casa --no me cabe duda de que algún día lo conseguiremos-- están llamados a convertirse en un factor de desarrollo territorial, mediante un reclamo turístico y cultural de primer orden.

La devolución de los bienes es una cuestión de dignidad de los aragoneses, un derecho inalienable, sin el que resulta difícil expresar la plenitud de nuestra autonomía. Por eso, en el Estatuto de Autonomía de Aragón, se ordena expresamente a los poderes públicos aragoneses a desarrollar "las actuaciones necesarias para hacer realidad el regreso a Aragón de todos los bienes integrantes de su patrimonio cultural, histórico y artístico que se encuentran fuera de su territorio".

Para que no caigamos en las trampas de otros, hay que reducir a su justa medida el significado del incomprensible revés del Constitucional sobre los bienes de Sigena. Este fallo se pronuncia solamente sobre un acto administrativo concreto, que no cierra ni limita las amplísimas posibilidades jurídicas que siguen abiertas para la devolución de estos bienes. Por eso, hay que seguir trabajando desde la unidad de los grupos políticos, junto con el Ayuntamiento de Villanueva de Sigena, que representa todo un símbolo de lucha por lo que es nuestro.

Pero además, debemos pedir a la Administración General del Estado una mayor implicación para resolver este conflicto entre Aragón y Cataluña. No olvidemos que muchos de los expolios se produjeron cuando el Gobierno central ostentaba las competencias en patrimonio histórico-artístico. Algo tendrá que responder, por tanto, el ministerio, sobre qué acciones piensa ejecutar para desenquistar este lamentable conflicto. Se lo vamos a preguntar en el Senado, con la confianza en que la razón acabará imperando, cueste lo que cueste, y Aragón verá resarcido para siempre este agravio inaceptable.

Vicepresidente del Partido Aragonésy portavoz en las Cortes de Aragón