La Guardia Civil conmemoró el domingo en Zaragoza el centenario del pratonazgo de la Virgen del Pilar. No fue un acto de unanimidades, tando desde el propio Cuerpo como desde la sociedad civil. La motivación inicial era la entrega de una bandera de guerra a la VIII zona de la Benemérita que comprende todo Aragón. ¿En tiempos de paz y a unos servidores públicos reconocidos por sus labores de policía y de ayuda al ciudadano en pueblos, carreteras, montañas o en el mar es necesario otorgarles una enseña calificada "de guerra"? Medio centenar de guardias y soldados desfilaron por la plaza del homenje. Su actividad diaria en sus respectivos destinos es la mejor manera de mostrar su vinculación con la ciudadanía que respeta y agradece su labor, no en paradas de gala que responden más a la voluntad de los dirigentes políticos de homenajear a cuerpos a los que, previamente, les reducen haberes y medios adecuados para cumplir con su trabajo. Los sindicatos de la Benemérita y de la Policía Nacional mostraron su rechazo a un acto que calificaron de "rancio". Sea el que fuere el coste económico, estaba fuera de lugar.