El avance neoliberal está siendo tan rápido y tan radical que uno tiene que mirar hacia atrás para rearmarse ideológicamente. Y en esta retrospectiva te encuentras con el que nunca debimos olvidar, Karl Marx, al que hay que reivindicar en sus justos términos. Me refiero al Marx filósofo que analiza la realidad que pretende cambiar, cual es la sociedad de su tiempo, y no tanto al Marx al que canonizaron y malinterpretaron en la URSS. Distingamos marxismo y comunismo: el marxismo es un sistema filosófico y el comunismo es un sistema político. Con elementos teóricos comunes pero con objetivos y resultados muy distintos.

Excusándome por la grosera simplificación, Marx elabora una teoría de la realidad social denominada "Materialismo Histórico". Esta teoría dice que en la base hay una estructura económica donde coexisten dos clases sociales: la de los capitalistas o explotadores y la de los proletarios o explotados. Por encima de la estructura económica está la superestructura ideológica (política, derecho, moral, religión, filosofía y arte) que conforma la "conciencia social". La estructura económica condiciona la superestructura ideológica y ésta justifica a aquella, a la vez que procura su supervivencia. Los sistemas político, jurídico y religioso forma el esqueleto fundamental de esa conciencia social o superestructura. Y tienen como función justificar y mantener la situación de explotadores y explotados. Que haya individualidades y excepciones entre los profesionales de cada uno de los sistemas no anula que el sistema en su conjunto sirva para lo que sirve.

Extrapolando el análisis marxista a la actualidad, podemos observar multitud de ejemplos que ratifican la veracidad del mismo. Los desahucios se ejecutan por una ley (superestructura jurídica) que los autoriza, incluso, según dicen los jueces, les obliga a ejecutarlos. Los políticos dicen que no les queda más remedio que obedecerlos y que hay que tener cuidado no vaya a ser que el elemento sistémico bancario se venga a abajo y con él el país entero. La Iglesia no dice nada. Incluso para algunos de sus jerarcas es una situación positiva porque potencia la caridad en detrimento de la justicia.

PODEMOS seguir con más ejemplos: el paro, los despidos laborales, los bajos salarios, el desmantelamiento de lo público- todos tienen su superestructura jurídica y política explicando la justicia legal de los mismos. Y ahora más que nunca gracias a la Ley de Reforma Laboral. En fin, por no ser reiterativo, vayan ustedes repasando cualquier situación de precariedad para unos y de enriquecimiento para otros, y aplíquenle el esquema explicativo de don Carlos.

La situación es tan radicalmente negativa que solo con medicina fuerte puede el enfermo sanar. Como prescripciones médicas pueden servir las siguientes:

1) Que nadie se asuste de los conceptos ni de las teorías, sino de los hechos.

2) Que nadie condene el marxismo si no lo ha leído. Si lo ha leído, que argumente sus tesis y antítesis y las discuta con honestidad.

3) Que los políticos no se justifiquen por la existencia de leyes que autorizan la injusticia moral, que puede ser justicia legal. Los políticos están para cambiar las leyes que no solucionen los problemas sociales. Todas las leyes son humanas y, por lo tanto, modificables y perfeccionables. El sistema religioso habla de leyes divinas que no se pueden modificar porque proceden de dios.

4) La política se inventa para organizar la sociedad de la manera más beneficiosa para la mayoría social. De todas las éticas que ha habido en la historia la más útil ha sido la ética utilitarista (Bentham; Stuart Mill), precisamente por su dimensión política. Dice que las acciones son buenas o malas en la medida en que tiendan a aumentar o disminuir la felicidad general.

5) El cambio social se da cuando se modifica la estructura económica, que es la que genera la superestructura ideológica. Y no al revés, porque los dueños de la economía nunca modificarán las leyes ni la política, a no ser que se les obligue. Véase el paripé lampedusiano (cambiar algo para que nada cambie) que han hecho con los desahucios de viviendas.

Conclusión: Hay que saber analizar y explicar lo que pasa. Luego podremos modificarlo o no, pero intentémoslo al menos. Todo tipo de protestas sociales son bienvenidas, ya que la parálisis social garantiza el fracaso más absoluto. Hasta hace poco tiempo éramos optimistas por sentido del presente, ahora toca ser pesimistas por sentido de futuro. H

Profesor de filosofía