Opinión

LOLA Ester, periodista

Meter miedo

Empieza a ser una constante que las autoridades políticas criminalicen cualquier señal de malestar en las calles y que la respuesta policial supere con desmesura la proporcionalidad de las protestas. ¿Tienen miedo o nos quieren meter miedo? No sé qué pretendía la CAI denunciando a quienes ocuparon pacíficamente su sede --aunque luego haya pedido el archivo de las actuaciones--, pero intuyo lo que pretende la Delegación del Gobierno facilitando la identidad de los pacíficos ocupantes, periodistas y cura incluidos: amedrentar para dar ejemplo de autoridad. Y es un error garrafal porque Gustavo Alcalde no es Cifuentes ni Cospedal, que calificó de golpe de estado una concentración ciudadana ante el Congreso antes de que se celebrara. Antes que gobernador, Alcalde es médico, muy buen médico por cierto, y seguro que comparte el informe de expertos de ESADE, que alerta sobre el colapso emocional y estrés postraumático que sufren los desahuciados, criaturas desesperadas que no tienen nada que perder. Con denuncias como la que tramitó la CAI, con la inestimable ayuda de la Policía, solo se consigue incrementar el sentimiento de injusticia que comparten los millones de españoles que soportan lo peor de la crisis sin comerlo ni beberlo. Ya solo faltaría que los denunciados acabaran en la cárcel (hasta tres años por delito de coacción y ocupación ilegal) mientras los causantes de este desvarío siguen impunes. Criminalizar la protesta pacífica de la CAI es, léanlo bien, una incitación a la protesta violenta.

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