Las teles han bajado el pistón durante estas fiestas, han rebajado su presión sobre la actualidad política, que como todos saben se refiere a dos temas: corrupción y corrupción. En sus varias artísticas versiones. Es posible que Bárcenas haya abandonado el piso de Madrid, más que nada para concederles descanso a todos los periodistas que hacen guardia bajo los luceros...

El otro día Antena 3 nos puso en la mañana, uno de esos programas de relleno, de puro contenido vitamínico, a base de meter mano al archivo y pegar tijera a contenidos añejos. ¡Qué graciosa era la tele de hace 20 años! De entrada, todo el mundo fumaba delante de las cámaras. Y de salida, no existían los teléfonos móviles. Dirán ustedes que es imposible conocer esos usos sociales, dado que la gente no suele hablar con los aparatillos en plenos rodajes; se equivocan: un estudioso del próximo siglo verá que en Sálvame (Tele 5) todo el mundo se pasa el rato manipulando su chisme.

Y en todas las tertulias, si no tienes desplegado tu tablet es que eres un pringao de pueblo. Bien, eso no se detecta en aquellos programas de la prehistoria de la tele. Lo que llama la atención es el faraónico despliegue de tantos productos, aquellos descomunales escenarios para Isabel Gemio y otras estrellas de la noche. ¡Cómo corrría la pasta! Hoy colocan una mesa de tablero, cinco sillas y un plasma. Y que corra el reloj. ¿Qué pensarán los mirones del año 2030 de esta severa austeridad? Por cierto, ¿existirá el mundo para entonces?