Casi un año y medio después de anunciar el abandono de la violencia, ETA ha reaparecido con el comunicado más duro de este periodo, en el que amenaza con "consecuencias negativas" porque el Gobierno "ha cerrado el espacio de negociación". Pero no parece que la banda esté en condiciones de una hipotética marcha atrás, por su propia debilidad y porque perjudicaría irremisiblemente a las fuerzas que apoya, EH-Bildu, segunda formación del Parlamento vasco, y Amaiur, que tiene siete diputados en el Congreso. La pretensión de ETA de que el Gobierno negocie la entrega de las armas, cuando se espera de ella un desarme unilateral, expresa que sigue alejada de la realidad y no acaba de interiorizar todas las consecuencias del fin de la violencia. Lo único que se puede tratar con ETA es la situación de los presos, y en este asunto sí hay que lamentar el inmovilismo del Gobierno del PP, que, tras un comienzo en el que se otorgaron terceros grados y se acercó a Euskadi a reclusos enfermos, ha parado la reinserción. No parece que cegar esa vía sea una buena decisión para consolidar el proceso de paz año y medio después del fin del terrorismo.