Queridos amigos y compañeros: lleváis un cuarto de siglo al servicio de nuestra Administración Autónoma y todavía jóvenes, vais dejando con vuestra actuación general, una estela ejemplar. Enhorabuena a todos los que seguís en la brecha del trabajo funcionarial cotidiano con memoria y cariño permanentes para los que Dios dispuso que nos dejaran temprano.

Recordemos con permanente afecto, a personas tan estimables como José María Rodríguez Jordá, magnífico Interventor General y presidente del Tribunal que juzgó vuestros méritos y a compañeros de las duras fatigas de la oposición como Jesús García Vicente, José Antonio Franz Arruga, Esperanza Herrero Ibáñez y Francisco Javier San José Cercenado. Mi recuerdo se extiende con igual afecto, a los que pueda omitir involuntariamente.

De las varias maneras que hay de hecho o de derecho, para acceder a la función pública, opino que pocas pueden ser tan justas como que las de las oposiciones y promoción interna. Acceder por vuestros méritos y de ordinario y con sacrificio, honra a cuantos lo alcanzasteis, aún sin ignorar lo que tiene de azarosa una oposición y por tanto, la humildad con la que el que ingresa debe tratar a los que con parecidos méritos, no lograron plaza.

No lo olvidéis; pudieron ser otros y no vosotros, los que estuvieran ahora, celebrando estos 25 años; seréis mejores personas y mejores funcionarios si lo recordáis. Añado que preparar una oposición, enseña rigor, tenacidad, confianza en uno mismo y voluntad, que es la autora de todos nuestros posibles y modestos milagros. Un opositor concienzudo, apruebe o no apruebe, no suele fracasar en la vida.

En crisis como la que padecemos y aún sin motivo, no faltan culpas sobre los funcionarios; aceptarlas por las que podáis tener, que no somos infalibles y mutatis mutandis, acatar con cachaza, el mandato de una ordenanza prusiana: "cuando un soldado está rodeado por el enemigo y sin municiones de boca y de fuego, su deber es considerar que sus patéticas circunstancias pueden empeorar".

En fin, vosotros escogisteis ingresar en la Función Pública utilizando el más duro, el más justo y el más formativo de los caminos. Sois, no sólo fuisteis, ¡sois! dos promociones ejemplares que ya dispone de una nombradía reconocida y sois también, ¡tenéis que serlo! semilla de promociones que vienen detrás y aprenden de ese ejemplo.

Estas palabras de vuestro anciano expresidente, nacen de mi sincera convicción de lo que representa el funcionariado público que jamás sería lo mismo, si vuestra elección hubiese dependido de factores contingentes o partidistas. Manteneos siempre fieles al servicio público sin servidumbres y eso también, aceptando con responsabilidad a los políticos que gobiernen nuestra Administración; tanto ellos como vosotros estáis llamados a que "por los comunes provechos, dejéis los particulares".

Más o menos, todos conocéis que uno también fue opositor y también como vosotros, tuve que vivir ocasiones dramáticas e inolvidables, igual que os sucedería a vosotras ¡y a vosotros! No sorprenderos: yo sigo soñando con las oposiciones, ahora que ya estoy jubilado.

Hace poco soñé que volvía a examinarme del primer ejercicio y que conseguía aprobarlo pero que, faltándome tres ejercicios más, sentía el temor de lo que iba a suceder si no los superaba también; soñaba que iba perder la pensión de funcionario y encima, con devolución de los haberes percibidos.

Como guardo un recuerdo inmejorable de mis compañeros de oposición, ingresados unos y no ingresados otros, quiero acabar recitándoos una especie oración "poetizada" que en un día de borrasca académica y desánimo opositoril, improvisó uno de aquellos "nosotros", intentando que sobrelleváramos el disgusto que fuera y que ya no sé cuál fuese. Dice así: "Señor, trabajo en esta tierra / ni más ni menos dura / que otra tierra cualquiera. / Yo te pido el milagro / de un poco más de ciencia; / que me envíes la luz / como mandas el pan / al hombre que lo siembra. / Bien sé que en este mundo / todo es de tu dominio / y que das en arriendo / lo que mío imagino. / Haz que nunca lo olvide, / haz que siempre te tenga / como Señor del fundo / que me exige una renta". Gracias por esta invitación y un abrazo interminable.