Dice el refranero castellano que la vecindad es fuente de amistad, pero en el caso de Aragón y Cataluña es además una fuente de riqueza. El flujo comercial entre ambas comunidades es tan estrecho que son las principales clientes la una de la otra. Aunque en lo económico soplan buenos vientos, pese a los proyectos independentistas del president Mas que crean cierta incertidumbre entre los inversores, es en lo político donde más frialdad existe entre ambas regiones y donde más frentes abiertos se acumulan. Suerte que la realidad se impone y pesa más que las veleidades de los dirigentes.