El arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, parece enojado por las últimas declaraciones del Gobierno de Aragón contra los obispos de Huesca y Barbastro, tras negarse estos a ceder la titularidad de los bienes de la Franja para que la DGA pudiera iniciar un proceso de reclamación. Ayer fue más lejos que en anteriores ocasiones y rechazó de plano la posibilidad de que el Gobierno de Rudi inste la expropiación de las obras retenidas en Lérida. Sobre esta opción, "ni hablar del peluquín", zanjó. Quién iba a decirle al arzobispo que acabaría añorando la relación que tuvo con el anterior ejecutivo socialista.