Parece que la historia de amor entre el Partido Popular y el Partido Aragonés atraviesa una crisis marital, como tantas parejas en la política y fuera de ella.

¿Será dicha crisis pasajera o provocará el divorcio? Es pronto aún para saberlo, pero todo hace indicar que la rutina convivencial y las estrecheces económicas han entibiado la relación.

Luisa Fernanda Rudi y José Ángel Biel no han alejado sus corazones por la aparición de un tercero en discordia, por engaño o infidelidad, sino que han reñido por el uso y destino del pecunio familiar: los presupuestos del 2014. Si hay o no más inversión. Si habrá o no financiación para municipios y comarcas. Si Luisa Fernanda le quita o no la paga a su media naranja.

La crisis, ya digo, será resfriado o gripe, sarpullido o eccema, pero atrás parece haber quedado el amoroso prurito y los sofocones de la primavera de 2011, cuando el menaje político con Mariano Rajoy hizo alcancar al PAR la plena satisfacción en su nuevo acoplamiento, haciéndole olvidar aquella loca y heterodoxa pasión con Marcelino Iglesias y hasta el circunstancial cortejo con Eva Almunia.

Todo entonces, tras las últimas elecciones autonómicas, se desarrollaba entre conservadores y nacionalistas como en el argumento de una novela rosa. Tras un breve y secreto noviazgo, Luisa Fernanda y José Ángel se entregaron las arras y contrajeron nupcias antes testigos de ambos partidos, que al fin se unían, o volvían a matrimoniar tras una década larga de desencuentros.

La luna de miel, en Zaragoza, Madrid y Motorland, avanzó un período de felicidad plena, con la confianza mutua, el compromiso y la ilusión de los recién desposados.

Pero, ay, se instaló la convivencia, y con ella el desamor. Luisa Fernanda, como su admirada Isabel la Católica, pasó a residir en el castillo del Pignatelli, rodeada de consejeros y obispos, acogiéndose progresivamente a la cédula real o decreto como método de gobierno ; José Ángel, como su admirado Fernando el Católico, recluyóse en sus propios aposentos de La Aljafería, al frente de un abencerraje de sangres, pactando a diestra y siniestra y luchando por el reconocimiento de su corona aragonesa en el feudo castellano de su reina.

Luisa Fernanda acaba de quedarse sin obispos. ¿Se quedará sin su príncipe?