Me causa tristeza ver cómo aquellos líderes de afectos, ídolos de una fidelidad inquebrantable, son ahora mancillados como muñecos de madera. Veo unas imágenes de videoaficionado, emitidas en La Sexta, de la llegada del Barça a Barcelona, tras su pifia en Granada, y es desolador constatar que algunos aficionados optan por el insulto y la ofensa racista, a los que ayer admiraban por encima de cualquier consideración. Hace dos días saltaron las alarmas en el Real Madrid, tras su paso por Alemania y el sábado eran reclamados por un puñado de aficionados en el estadio. Tuvieron que desfilar ante ellos, tanto Diego López como Ancelotti (?).

Yo creo que para ser jugador de fútbol, más que desarrollar los músculos, hay que contar con un equilibrio psicológico que no es humano. Se verá sometido a vaivenes tan absurdos, que no encontrará respuesta en la lógica. Pero los propios aficionados, también deberían comprender que si el fútbol fuese lógico, no interesaría a nadie. Si siempre ganase el más rico, aquello no tendría gracia; lo que nos hace pagar una entrada es saber que alguna vez el Granada puede ganarle al Barça. Que un desconocido alcance la gloria es la grandeza de la vida. Veo al humorista Dani Rovira ¡en la portada de Lecturas! Yo no lo puedo creer, pero él todavía se está frotando los ojos. Hace tan solo dos meses ese chico era un friki, un desconocido. Ahora es "el humorista". Ojalá no se le vaya la pinza. No es saludable vivir en una montaña rusa. Solo el Barça y el Madrid están habituados.