La exitosa repatriación de los dos religiosos españoles por parte de la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire causó sensación en países como Francia, Alemania, Reino Unido o EEUU, que han pedido asesoramiento a España. Es lógico, porque esta unidad hizo en pocas horas lo que a la norteamericana le llevó tres días. El teniente coronel Galo Sánchez explicaba después la compleja operación: hasta cuatro trajes especiales empleó el equipo para evacuar a los religiosos, ataviarlos con uniformes de seguridad y meterlos en contenedores de confinamiento. Una vez estuvieron a buen recaudo les tomaron muestras de sangre y orina y empezaron a medicarles hasta que llegaron a Madrid y fueron depositados en ambulancias bien pertrechadas. Después pasaron a lo que había sido un gran hospital de referencia de enfermedades infecciosas, reconvertido por obra y gracia de la política sanitaria de Rajoy en un hospital de larga y media estancia sin servicio de urgencias. Allí les atendió un equipo sanitario para el que se improvisó una charla de media hora sobre cómo atender a estos enfermos. Se les explicó, sin clase práctica, cómo se pone y se quita un traje especial bajo el que se suda muchísimo, y resulta tan agobiante que es posible cometer algún fallo a la hora de quitarlo. Ahora los expertos reconocen carencias y han pedido menos parafernalia de aviones y ambulancias y más preparación en los hospitales. Si la parafernalia que denuncian es solo seguridad, lo ideal sería llevarla a los hospitales. Periodista