La LOMCE ya nació cuestionada por el resto de formaciones, pero lo que no estaba previsto es que sirviera para cohesionar a la izquierda en un escenario tan fragmentado como el que han dejado las elecciones autonómicas. Los populares han servido en bandeja una causa común al PSOE y Podemos, entre otros, para iniciar la legislatura: paralizar la aplicación de la LOMCE, lo que además de legitimar su unión ante los electores va a acelerar los acuerdos para llegar a tiempo de paralizarla. Un grave error de estrategia que, a diferencia de la abortada ley del aborto, le ha explotado al Gobierno cuando más debilitado se encuentra. Dos leyes que comparten su carácter conservador y que han relegado a sus ministros al ostracismo. El desarrollo de la LOMCE, que sí salió adelante con la mayoría absoluta del PP, estuvo marcado tanto por las críticas a su contenido (especialmente por la inclusión de las reválidas, el refuerzo de la Religión y la eliminación de otras materias), como a las formas (el menosprecio de la comunidad educativa y los errores y prisas en su implantación). La oposición a la LOMCE se ha convertido en la clave y la llave de las negociaciones para conformar gobiernos en las seis comunidades que el PP va a perder, los cuales se quieren sumar a la paralización que ya han encabezado Andalucía, Asturias y Cataluña. Así, a unos meses de las generales, es ya una rémora para Rajoy y podría correr la misma suerte que la LOCE de Aznar, la última gran contrarreforma educativa, paralizada en 2004 y derogada en 2006. Una polémica espoleada por otras medidas educativas, como el encarecimiento de los estudios universitarios, la reducción de becas y el aumento de los conciertos privados.

*Periodista y profesor