A sus 67 años, Rita Barberá se ha atrincherado en el Senado esperando a que pase el temporal desatado en una pequeña fracción del PP que pide apartar a los corruptos del partido para no perder más credibilidad. Rita, la mujer a la que siempre ha querido parecerse Soraya --"desde que empecé en esto"--, no piensa dimitir pese a que la Fiscalía Anticorrupción la apunta directamente en el caso Taula, ya saben:mordidas, financiación irregular del PP y blanqueo de dinero. Se sabe segura, intocable, dueña del extraordinario privilegio de quienes valen más por lo que callan que por lo que podrían declarar ante un juez. En el control y utilización de la información, Rita es una experta desde sus tiempos de informadora exclusiva durante el franquismo de todo lo que sucediera en el ayuntamiento, la diputación provincial y el Gobierno Civil de Valencia. Lo mismo trabajaba para Radio Valencia que para Jornada, el periódico del Movimiento que era propiedad de su padre. De ahí que, cuando el franquismo agonizó, se le abrió la primera puerta giratoria de la Transición y la nombraron jefa de Información del Gobierno Civil. Lo que sigue son cinco legislaturas, cuatro de ellas con mayoría absoluta, rodeada de hermanos, cuñados, sobrinos y amigos en los que delegar la responsabilidad económica y financiera, el trabajo sucio, vaya, mientras ella se dedicaba "exclusivamente a hacer política" y hacer como que no se enteraba de nada. Cuando leo que fue Musa del Humor en el 73, me hago idea de cuánto se ha reído de todos. Periodista