Opinión | El artículo del día
RAIMUNDO Lafuente
La gestión integral del agua
España ha sido pionera en planes hidrológicos y la Directiva Marco del Agua los ha extendido a toda Europa
El Día Mundial del Agua es esa importante excusa que nos ofrece la ONU para hablar de un recurso vital. Y este año, la excusa para hablar de su gestión por mi parte es aún mayor. La Confederación Hidrográfica del Ebro celebra su 90 aniversario y la norma que rige nuestra labor, la Ley de Aguas, sus 30 años de vigencia. Un momento idóneo para el análisis y tomar impulso para el futuro.
Nacida el 5 de marzo de 1926 como Confederación Sindical del Ebro, fue el primer Organismo de Cuenca del mundo, algo que no todos saben, y la fórmula de gestión integral se ha exportado y ha inspirado normativas internacionales. Tres son los pilares de su modelo: la unidad de cuenca, la participación democrática y la planificación hidrológica. España ha sido pionera en la elaboración de planes hidrológicos y la Directiva Marco del Agua los ha extendido a todos los países europeos.
En una cuenca como la del Ebro, donde el agua es un recurso escaso, donde el desarrollo económico tiene en gran parte al agua como protagonista y donde su población se distribuye en nueve comunidades autónomas, esta gestión ha tenido mucho de resolución de conflictos, de mediación entre posiciones diferentes y de búsqueda de equilibrio, en definitiva, de salvaguarda del interés general.
Siempre hay quien se ve afectado en su interés particular en aras del interés común, pero la evolución del modelo demuestra su capacidad para permitir el mayor desarrollo. La cuenca del Ebro soporta la huella hídrica de más de 9 millones de personas, es decir, su producción a través del agua alcanza, a parte de a sus propios habitantes, a otros 6 millones más, un dato clave.
En estos 90 años de historia ha habido cambios. El organismo ha ido adquiriendo competencias, pasando de una misión de planificación de obras, a ser, con la Ley de Aguas, la "vigilante y protectora" del Dominio Público Hidráulico, aquello que es de todos, la masas de agua, donde conviven competencias de muchas administraciones.
Un paso fundamental hacia el control de la calidad, de los vertidos, de las autorizaciones de cualquier acción en cauces... reflejo de una sociedad que avanzaba, que se hacía más garantista y que tenía claro que el recurso debía ser protegido no sólo en cantidad, sino, también, en calidad. Y esas garantías incluyeron la compensación a los afectados. A todo esto hemos sumado tecnología, que ha mejorado las herramientas de gestión: la de las avenidas y sequías (con el Sistema Automático de Información Hidrológica, del que se sirven las Protecciones Civiles, Ayuntamientos, resto de Administraciones y hasta particulares) o la de calidad, con un laboratorio referente-
Pero la esencia se mantiene, el modelo sigue vigente. Un organismo que gestiona desde la unidad de cuenca es necesario y actual. Los usuarios lo tienen claro. Y su trabajo se centra en mantener el equilibrio entre las demandas y el buen estado de las masas de agua.
Caminamos hacia mayores garantías, aunque es imposible anular por completo cierta incertidumbre y eso ayuda a mantener el modelo. Nos hemos dotado de documentos, consensuados y con una amplia mayoría de apoyos entre los usuarios, que establecen la coordinación entre las administraciones (el Plan Hidrológico de la Demarcación del Ebro, pero también, el Plan de Gestión de Riesgo de Inundación). Con ellos la masa de agua pasa a tener un protagonismo fundamental, en beneficio de la sociedad. Para conseguir su mejor estado se han habilitado medidas innovadoras, como los caudales ecológicos, medida que, aprovecho para recordar, no recogía la Directiva Marco del Agua, si no que fue ir más allá en su transposición a la normativa española.
Y aquí se dan la mano pasado, presente y futuro. Una medida como esa se puede cumplir gracias al patrimonio hidráulico. Los embalses, además de cubrir las demandas, permiten el mantenimiento de caudales ambientales, fijados para tiempos de escasez y tienen otros papeles, como la reducción de las afecciones de las avenidas. De ahí la importancia del mantenimiento de estas infraestructuras.
No hay que pensar que todo está hecho, que todo debe permanecer inamovible. Hay que mejorar y hay muchos caminos. Se puede reforzar la participación de los usuarios en los órganos colegiados que gobiernan las Confederaciones (reitero que es un organismo que nació democrático); hay que buscar las menores afecciones posibles en pos del interés general; reducir las presiones y debemos tener en cuenta que el recurso va a ser más escaso en las próximas décadas por los efectos de cambio climático. Sí se puede mejorar, pero insisto que la gestión bajo la unidad de cuenca está más vigente que nunca, porque ha resuelto los conflictos, porque es necesaria para evitar nuevos y porque está siendo exportada allí donde no existen organismos de cuenca.
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro
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