Ya llevamos mucho tiempo contemplando unas imágenes estremecedoras: millares de refugiados con muchos niños, procedentes de países como Afganistán, Irak, Siria, Libia, inmersos en dramáticas e interminables guerras, de las que los europeos somos en gran parte responsables, intentando llegar a la civilizada Europa.

La UE surgida como paradigma de solidaridad, de defensa de la democracia y de los derechos humanos, se ha visto desbordada, "sorprendida", aunque no avergonzada, por esta crisis migratoria. Prevalece el "Extranjero, no es mi problema, arréglatelas como puedas". En su mayoría son refugiados, según la Declaración de Cartagena de 1984 "refugiados son las personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público". La UE debería socorrerlos por humanidad y por la legislación, tanto internacional como nacional.

Los dirigentes de la UE son miserables. ¿No sienten remordimiento ni vergüenza ante tanto sufrimiento humano? ¿Los Cameron, Hollande, Renzi, Rajoy, Orbán, Juncker, Tusk son psicópatas? Según Jon Jonson, el psicópata "No tiene remordimientos, no siente empatía, no se siente avergonzado... locuacidad y encanto, falta de empatía y conciencia, ego desmesurado, gran capacidad de mentir... Las altas esferas están llenas de personas con estos rasgos, que son los causantes de la situación actual del mundo". Mas no siempre ha sido así. En otras épocas hubo otros dirigentes, como Lázaro Cárdenas el presidente de la República de México de 1934 a 1940, que desde los inicios de la Guerra Civil española tendió una mano amiga a este país. Dio asilo político en su embajada a los que padecían los rigores del conflicto, tomó a su cargo a más de 400 niños españoles (Morelia) y tras el conflicto, acogió cerca de 25.000 españoles del bando republicano. No sólo a los intelectuales de prestigio, los investigadores o los científicos. También los artesanos, los obreros, los agricultores.

Frente a la desvergüenza de los dirigentes de la UE, sobresale el siguiente comunicado de Cárdenas, de 23 de junio de 1940 a su embajador en Francia, Luis I. Rodríguez: "Con carácter urgente manifieste usted al Gobierno francés que México está dispuesto a recoger a todos los refugiados españoles de ambos sexos residentes en Francia. Diga usted que este Gobierno está tomando medidas conducentes para llevar a la práctica esta resolución en el menor tiempo posible. Si el Gobierno francés acepta en principio nuestra idea, expresará usted que desde el momento de su aceptación, todos los refugiados españoles quedarán bajo la protección del pabellón mexicano. Asimismo, de aceptar el Gobierno francés, sugiera usted forma práctica para realizar propósito, en la inteligencia de que en atención a las circunstancias, nos dirigimos a Gobiernos alemán e italiano, comunicándoles nuestro deseo. Conteste urgentemente".

Luis I. Rodríguez pese al cruento escenario tras la intervención nazi, cumplió su misión urgente en aquella Francia humillada y de gobiernos divididos, para lograr la salida de miles de refugiados. Además escribió un libro extraordinario sobre estos momentos trágicos de Francia Ballet de Sangre. La caída de Francia, donde nos describe los campos de concentración, ofrecidos como albergue a españoles: "Deshonran al Gobierno francés y a un pueblo que creímos un positivo baluarte de solidaridad humana, de hospitalidad fecunda y limpia. No exageramos al decir que esas prisiones, ni siquiera dignas de enemigos, son claro exponente de almas retacadas de hollín, de cerebros enloquecidos por la ruindad y el miedo; son obra del desastre moral de Francia, del egoísmo, de la estulticia, de la falta de fe en el destino propio".

No menos indigna es su conversación mantenida con el general Petain, el cual le pregunta: "¿Por qué esa noble intención que tiende a favorecer a gentes indeseables?" Rodríguez: "Le suplico la interprete usted, como un ferviente deseo de beneficiar y amparar a quienes llevan nuestra sangre y nuestro espíritu". Le replicó Petain: "Pero llamemos a esa actitud impulso de humanidad, mejor que auxilio a Francia, porque de sobra conocemos que en las grandes miserias las ratas son las primeras que perecen, y en el caso nuestro, los exiliados de España estarían obligados a llevar ventajosa delantera a mis compatriotas".

En el puerto de Veracruz entre los monumentos para conmemorar la llegada de emigrantes españoles, hay uno, una estatua de un hombre de mediana edad, vestido con traje rústico, gorra y con una maleta de madera en su mano derecha, con la siguiente inscripción "En recuerdo de todos los emigrantes españoles que llegaron a México por este puerto, en busca de un mejor futuro y que con su trabajo han contribuido a engrandecer esta generosa y hospitalaria Gran Nación Mejicana". Termino con la pregunta inicial. ¿Necesitamos de la historia? Naturalmente, pero aquella que sirva para comprender lo que nos está pasando y dé salidas a las encrucijadas del presente.

Profesor de instituto