Nada me gustaría más que dejar de escribir de la interminable huelga del bus, pero esta pandilla de trabajadores, privilegiados y sectarios, continúan en sus trece con una chulería que no llega ni siquiera a la arrogancia, por más que se empeñen en ir de conquistadores de derechos laborales. ¡Por favor! Hace tiempo que se les vio el plumero, y más ahora que rechazan una subida salarial superior al 4%, se encierran en sede municipal, y son mimados por un ayuntamiento de todos "en común" que sufre de inoperancia y de un "buenrollismo hiriente", como decía en su artículo del pasado domingo, Jaime Armengol.

Los del comité de empresa son un grupito de presión, una secta, una casta que se creen que trabajan para una empresa privada. Todavía no se han dado cuenta de que trabajan para una concesionaria del Ayuntamiento de Zaragoza; por tanto, para un servicio público en una ciudad de 700.000 habitantes, a la que han paralizado la movilidad de buena parte de sus ciudadanos. Y mientras tanto, el alcalde Santisteve y los concejales Artigas y Cubero (cercanos al comité) mirando para otro lado, insistiendo en que es un problema entre la empresa y los empleados. El problema hace tiempo que adquirió otra dimensión mucho más preocupante: el problema está entre el Ayuntamiento de Zaragoza y los usuarios desatendidos, desprotegidos, acosados por unos privilegiados y abusadores que han perdido la razón y el norte. ¡Claro que es mucho más fácil dejarse presionar por unos sindicatos, y cerrar los ojos ante una empresa que no merece la concesión de la que disfruta! Los del ayuntamiento deben pensar que ya se acostumbrarán los usuarios a organizar su vida cotidiana a los horarios de esta huelga vergonzante: de 9 a 11.30 horas y de 18 a 20:30 horas. Y así 100 días sin pestañear, sin imponer siquiera unos servicios mínimos del 50%. Los políticos no cogen el autobús, tienen coche oficial o dicen que van andando, que es más sano. A eso se llama hipocresía y torpeza. No valen para el cargo que ocupan.

¿Por qué los conductores no se encierran en cocheras si son tan chulos? ¿Por qué el ayuntamiento solo se fija en el abono mensual para desagraviar a unos pocos y no dice nada de la mayoría que viaja (es un decir...) con bonobús? ¿Por qué no se atreven a lanzar un bando donde se informe de que mientras dure la huelga los usuarios no pagarán billete? Mucho ojo, porque Chile empezó a desmandarse con la huelga del transporte, y ya sabemos como acabó la historia.

Nada me gustaría más que dedicar mi próxima columna al valor y la honradez de los jóvenes investigadores aragoneses, becados por su excelencia en trabajos importantes para la humanidad, a todos esos trabajadores de la universidad capaces de avances científicos para luchar contra el cáncer, o a esos otros genios de la ingeniería informática desconocidos aquí, no en EEUU. Ellos sí merecen adecuar la inversión actual del 1% en I+D+i al 2% que fija Europa. Ellos no hacen huelga. Periodista y escritora