Las elecciones producen una espuma televisiva, como las cañas bien tiradas: los candidatos usan camisas blancas simbólicas, aprenden frases ingeniosas, ensayan la manera aparentar moderación o cómo sonreír al acariciar a un niño. Los platós pueden ser determinantes, pero bajo estas burbujas subyacen temas decisivos. Aquí comento tres problemas:

La brecha generacional. No sé si hay dos españas machadianas, pero sí dos generaciones que votan de manera diferente. Los nacidos entre el 45 y el 65, mayoritarios en el censo electoral, pudieron ver el despegue del país. Incluso al final de la dictadura hubo oportunidades económicas y de empleo. Umbral, en una frase cáustica y certera, escribió que "en el tardofranquismo se podía confundir el vivir bien con el vivir libre". La transición y la década socialista trajeron libertades y progreso: la España de la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona, una revolución educativa cuando todavía la educación servía para saltar de clase y un creciente peso en Europa. Esa generación que hoy tiene más de cincuenta años crió a sus hijos en la sociedad del bienestar. Jamás pensaron que sus hijos vivirían peor que ellos. Esta banda de edad representa la base electoral del PP y PSOE. Sus hijos se han llevado el batacazo de la crisis y han visto cercenadas sus expectativas. Condenados a la precariedad y a un difícil acceso a la vivienda, se rebelan votando Podemos y Ciudadanos. Haga sociología de campo y pregunte a sus amigos por esta dicotomía.

Corrupción. La modernización de España que llevó a cabo el PSOE a partir de 1982 se vio ensuciada por los casos de corrupción. Finalizó con el esperpéntico caso de la fuga del Director General de la Guardia Civil. Para los votantes más jóvenes de entonces supuso la caída del guindo: la izquierda también robaba. El costalazo nos rompió la ingenuidad y aceptamos el "váyase, señor González". Ahora el PP está manchado por una oleada de corruptos, una marea impúdica de relojes de marca, apartamentos de lujo, cuentas en Suiza... Los logros de González fueron enterrados por la corrupción. La difícil legislatura del PP está infectada por prácticas sucias. Váyase, señor Rajoy, por no atajarla a tiempo. Unos y otros han hecho que la ciudadanía vea al político como un animal de presa. Una percepción injusta por generalista y dañina por la desconfianza que suscita. Necesitamos grandes políticos para sacarnos del atolladero.

El encaje de Cataluña en España. Ya impidió la formación de gobierno. Y lo que te rondaré, morena. La mala gestión del Estatuto envenenó la cuestión y en unos años aumentó el separatismo. Considero que este cambio sociológico podría revertirse con talento, tacto y cambios constitucionales. Por eso no soy partidario de un referéndum. Si se realizara y ganara la opción constitucional por el estrecho margen actual, no se solucionaría el problema. Al despertar el dinosaurio seguiría allí. Si venciera el separatismo correríamos el riesgo de iniciar la década del caos. Porque a Cataluña seguirían otras comunidades. Acariciar al nacionalismo rupturista puede dar votos, pero generar tempestades.

Así las cosas, que los dioses iluminen a los votantes y a los elegidos.

Escritor