En Vistalegre, nuevos tiempos, nuevas maneras, hemos asistido a un espectáculo donde los matadores Iglesias y Errejón han realizado una mala faena, con el concurso de Urbán, mera comparsa el tercer diestro, y los capotes en las barreras donde se bregaban Montero, Barberá y Rodríguez. Pura broma la mía, por no llorar. ¿Vistalegre? No. Vistatriste. Se trataba de construir un proyecto de futuro para cambiar la gobernabilidad de España. Todas esas gentes que desde un 15-M salieron a la calle para decir basta ya, para tratar de cimentar maneras de cambio real estaban expectantes, sin saber que entre el animoso público estaban los tapados, los disciplinados, los silentes aprovechadores de la pinza. Ha triunfado una tesis que durante años y años no casa con el sentir de las gentes que votan. Claro que es buena la radicalidad en tantos y tantos conceptos. Pero el ciudadano de a pie quiere el cambio posible. Nos van a prometer el infinito mientras que Rajoy y sus jefes ya andan frotándose las manos. Para transformar la realidad hay que comprender la realidad, la de una sociedad que, votos mediante, ordena. Y eso se hace en la calle, sí, pero fundamentalmente desde las Instituciones, si la democracia es un valor respetado. Ofrecer lo imposible es engañar. Negociar es lo factible. ¿Alguien piensa a estas alturas un gobierno de cambio en España sin el PSOE? Y miren, seremos muy majos y muy progres, prometeremos mucho, pero no se trata de hablar, sino de hacer para cambiar. Vistatriste, una plaza de toros donde, paradoja al canto, han ganado los mansos.

*Profesor de universidad