Escolares, profesores y padres salían casi en formación desde los centros privados concertados. La ordenada muchedumbre se imponía en las aceras, camino de la plaza Paraíso. Era el inicio de una exitosa exhibición de fuerza, en la que los colegios vinculados a la Iglesia se movilizaron para poner de manifiesto (entre otras cosas) que la Santa Madre dispone de una magnífica y disciplinada organización, capaz de sacar a las masas en la calle sin necesidad de evocar el 15-M ni hacerse laberintos mentales con la democracia participativa. A toque de silbato. Ayer, la manifa de la concertada resultó tan impresionante como lo requería el momento. No era una movilización defensiva, sino ofensiva. Mucho ojo con nosotros, vinieron a decir los convocantes.

El 99,99% de los niños y profes que salieron a las calles de Zaragoza (no las de Huesca ni de Teruel ni de pueblo alguno) seguirán estudiando o trabajando, respectivamente, en sus actuales colegios. Sin problemas. No creo que la desconcertación afecte a más de diez o quince aulas sobre un total de 83 centros privados sujetos a convenio. Sería siempre la consecuencia del descenso demográfico, que durante la presidencia de Rudi ya provocó (sin apenas protestas) el cierre de 112 unidades y 28 vías en centros públicos. ¿Entonces?

Entonces parece evidente que aquí se lucha por el poder. Ayer mismo, Echenique intentó templar el rebote de la concertada poniendo sordina a sus bravatas anteriores (¡ay, amigo, ya ves qué jodida es la política de verdad!). Mientras, en su despacho de Pignatelli, Lambán calculaba el coste electoral de esta última pugna entre unas izquierdas fragmentadas (desplegadas desde la hueca prepotencia verbal de Podemos hasta el tímido pragmatismo del PSOE) y esa derecha capaz de llenar la calle de críos y papás a la mínima.

La concertada, claro, no reivindica derechos, exige privilegios. Su plan es que la pública vaya cediendo terreno hasta convertirse en una opción B: la única alternativa para los pobres, los inmigrantes y los de pueblo. Y sabe cómo hacerlo.