Entre las múltiples y complejas consecuencias del brexit, también hay que tener en cuenta lo que va a suponer la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) en materia de seguridad y defensa, pues no debemos olvidar que no se trata de un país cualquiera, sino de una potencia global con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y que, además, es la quinta economía mundial. En consecuencia, como señalaba Félix de Arteaga, en su estudio La defensa y la seguridad de la UE tras el brexit (2016), el brexit va a suponer «un problema de credibilidad, capacidad y liderazgo en la seguridad y la defensa de la Unión Europea».

Asumido el hecho de la salida británica de los organismos comunitarios, las opiniones más pesimistas la interpretan como una pérdida de capacidad militar para proporcionar seguridad internacional en nuestro entorno, unido al hecho de que ello supondrá, también, perder capacidad policial y de inteligencia frente al creciente riesgo del terrorismo internacional. Por el contrario, para los optimistas, que también los hay, el brexit puede ser una oportunidad para relanzar la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) y para progresar en la integración del Espacio Europeo de Libertad, Seguridad y Justicia, más conocido como «Espacio Schengen», del cual por cierto se autoexcluyó el Reino Unido, acelerando así las políticas e instituciones de fronteras, costas y antiterroristas de la UE.

Pese a esta visión optimista, lo cierto es que la seguridad y la defensa europeas se van a ver a corto plazo afectadas negativamente por la salida británica. Todo ello resulta especialmente grave en estos momentos en que la amenaza yihadista se extiende por Europa, y de forma especial en el Reino Unido, como ha quedado patente en los recientes atentados de este signo ocurridos en Manchester y Londres, sin olvidar tampoco la reciente matanza que ha tenido lugar en Barcelona el pasado día 17 de agosto y en Cambrils. Si todo esto ocurría siendo todavía el Reino Unido miembro de la UE, los riesgos de seguridad antiterrorista pueden ser todavía mayores y de peores consecuencias tras el brexit, y de ello debemos de ser todos conscientes, también el Gobierno y la ciudadanía británica.

Por todo lo dicho, aunque hay que estar pendientes de los resultados de las difíciles y espinosas negociaciones que ahora se inician para hacer efectivo el brexit, y a pesar de que el Reino Unido cuenta con uno de los modelos antiterroristas más desarrollados de Occidente como es el caso del Joint Terrorism Analysis Center y el célebre MI5, tampoco estos se hallan exentos de fallos y deficiencias como se ha puesto en evidencia en los últimos atentados sufridos en territorio británico, a ello hay que añadir, tal y como advertían Fernando Reinares y Carola García-Calvo en su trabajo titulado Brexit, terrorismo y antiterrorismo (2016), la salida británica de la UE va a tener cinco consecuencias negativas para la capacidad británica de prevención y lucha contra la amenaza terrorista, especialmente la de signo yihadista:

1.- En primer lugar, el Reino Unido no podrá beneficiarse del acceso a bases multilaterales de datos, algo de vital importancia para la prevención y la lucha antiterrorista aunque, lógicamente, intentará compensarlo con acuerdos bilaterales y potenciando su «relación privilegiada» con EEUU, aprovechando la sintonía política entre la Premier Theresa May con el siempre imprevisible presidente Donald Trump.

2.- El Reino Unido no podrá contar con la colaboración de EUROPOL ni con el nuevo Centro Europeo contra el Terrorismo.

3.- Tampoco podrán seguir beneficiándose las autoridades británicas de la Orden Europea de Detención y Entrega, (la «Euro Orden») y, por ello, deberán recurrir a procedimientos más lentos y complicados de extradición para perseguir terroristas arrestados en la UE.

4.- El Reino Unido quedará también privado de EUROJUST y de la contribución de esta Agencia de la UE a la cooperación judicial antiterrorista.

5.- Por último, el Gobierno británico dejará de percibir fondos comunitarios para sus iniciativas nacionales de prevención de la radicalización terrorista.

A todo lo dicho, también hay que añadir que, como recordaba Javier Albaladejo, el Reino Unido tampoco podrá contar con los beneficios del Acuerdo del Consejo Europeo de 10 de junio de 2016 que significó la puesta en funcionamiento de un nuevo modelo de información que permite hacer frente de una manera más eficaz a las amenazas a la seguridad interior de la UE en su conjunto y de cada uno de sus Estados en particular, tales como son el terrorismo internacional o la delincuencia organizada. Por estas razones, a modo de conclusión, y a la vez como «aviso a navegantes» para otros partidos o países con veleidades de abandonar la UE, como señalaban los citados Reinares y García-Calvo, la realidad es que «los ciudadanos británicos van a resultar más perjudicados y su aislamiento o la ilusión de recuperar, fuera de la UE, una soberanía sobre su seguridad nacional que nunca cedieron, no va a protegerles mejor de la amenaza yihadista del terrorismo global». Ciertamente, estas frases parecen premonitorias de lo que pueden ser los negativos efectos colaterales que, también en el campo de la seguridad antiterrorista, van a suponer tanto para el futuro del Reino Unido como también para el conjunto de la UE, la aplicación del brexit con todas sus consecuencias. En definitiva, con esta ruptura, todos salimos perdiendo.

*Fundación Bernardo Aladrén