Este título es un plagio de la crónica publicada por Rossana Reguillo, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara (México), cronista y activista, en la revista argentina de periodismo narrativo, Anfibia, a quien tuvimos el privilegio de escuchar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza el pasado martes.

Una crónica que Reguillo dedicó al huracán que se cernía sobre México. Y releyéndola me pareció que no es desafortunado establecer cierto paralelismo entre Rossana y las fuerzas, pasiones e imaginarios que concita un huracán. Aún existe la tendencia de ponerles nombres de mujer a los huracanes. Cualquiera que se acerque a leer sus trabajos saldrá conmovido por su capacidad de observación netamente antropológica donde busca los principios que subyacen y regulan las conductas comunales; sea en el ámbito que sea, analógico o digital. Y también saldrá emocionado ante su vehemencia expositiva. Una vehemencia que resuena crítica con el sistema neoliberal predador, que todo lo impregna; una vehemencia que al tiempo transmite aires revolucionarios que insuflan energía y son liberadores; alentadores como poco.

Podríamos quedarnos con Rossana como un fenómeno natural, un objeto espantable/deseable, en términos cartesianos, que convoca pasiones humanas que van del miedo a la esperanza, como señala la mexicana al referirse al huracán Patricia en su crónica. Sus investigaciones, ensayos y crónicas recogen el rigor de la academia, la amenidad del ensayo y la energía combativa de quien tiene un compromiso político. Ha señalado en alguna ocasión que esta hibridez se la debe en parte a sus padres. De su madre chiapateca, el interés por lo narrativo, la fascinación por el relato y la osadía; y de su padre, un combatiente republicano madrileño de la guerra civil española, heredó la militancia por la justicia, su espíritu luchador y su compromiso.

Una investigadora especializada en estudios de la juventud; y una académica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), que viene desarrollando una investigación comprometida y militante. Una investigadora que ejerce el periodismo, como reclamaba el escritor Albert Camus, para ayudar al pú- blico a «comprender». Hace tiempo que Reguillo apostó también por el periodismo narrativo y definió la crónica como un género fronterizo que rompe con el periodismo de «fuentes autorizadas» para dar cabida a las voces y relatos que no recoge el periodismo más convencional.

Una pensadora que con su nuevo libro Paisajes insurrectos. Jóvenes, redes y revueltas en el oto- ño civilizatorio (NED ediciones, 2017) sigue tratando de dar respuesta a los cambios en el espacio público en función del ejercicio y la práctica de las redes sociales. Que se ocupa y preocupa por la centralidad de las redes sociales en la configuración e impulso de estos nuevos movimientos como #Yosoy 132, #OccupyWallStreet, #15M, entre otros. Objeto espantable/deseable, Rossana Reguillo, nos convoca y nos moviliza. Su discurso nos obliga a recolocarnos y a enfrentarnos a nuestras propias pasiones