La política no es, desde luego, espacio para la coherencia, y sí, desgraciadamente, lugar privilegiado para el ejercicio del cinismo y la doble moral. Lo que de uno se aplaude, de otros es criticado ferozmente. Es algo que vemos día a día en el Ayuntamiento de Zaragoza y que se irá acentuando según vayan aproximándose los siguientes comicios municipales. Estos últimos días lo comprobamos con extrema claridad.

No voy a entrar a valorar la decisión de ZeC de hacerse con el control de los consejos de administración de las sociedades del ayuntamiento. Pero lo que puede decirse con absoluta claridad es que, frente a las disparatadas acusaciones de la oposición, no es ningún golpe. ¿Cómo puede llamarse golpe de estado antidemocrático a la aplicación de una Ley que acaban de aprobar las Cortes de Aragón? La Ley de Capitalidad capacita al Ayuntamiento de Zaragoza a tomar la decisión que ha tomado, es decir, se ha ajustado estrictamente a la ley. ¿Cuántas veces hemos oído en los últimos tiempos que hay que acatar la ley? El consejero Soro, del Gobierno de Aragón, y dirigente de CHA, nos dice que dicha ley no obliga a actuar así. Evidentemente. Las leyes y normas, en muchos casos, no obligan, sino que establecen un marco dentro del cual se puede actuar. Por ejemplo, la normativa de tráfico permite circular hasta 120 km/h, no obliga a ello. Pero puedes hacerlo en los tramos indicados. Y nadie puede acusarte, entonces, de vulnerar la norma. Es decir, el ayuntamiento se ha ajustado a la legalidad. ¿Qué forma de delirio es aprobar una ley, como han hecho CHA y PSOE, y luego indignarse por que se aplique? ¿Alguien puede entender eso? CHA ha anunciado, incluso, que rompe relaciones con ZeC. Quizá lo que debiera hacer el grupo municipal de CHA es, si tan antidemocrática le parece la ley, pedir la dimisión de su consejero en el Gobierno de Aragón, por promover una ley, al parecer, tan nefasta. Otro tanto debiera hacer Carlos Pérez Anadón, solicitar la dimisión de Lambán, por aprobar una ley bolivariana y soviética. En fin, un esperpento.

Tampoco voy a valorar el folleto sobre drogas del ayuntamiento. Ese que ha provocado un monumental enojo del portavoz popular, Jorge Azcón, quien entiende que se anima al consumo de drogas. Sin embargo, este mismo concejal, cuando fue responsable de juventud, publicó una guía en la que, entre otras cosas, se explicaba que los efectos de la cocaína eran menores si se consumía con comida. Y se hacían otras consideraciones sobre los modos y maneras de consumo de droga. ¿Quizá estaba haciendo Azcón apología de la droga? ¿Estaba aconsejando que se consumiera cocaína? No, claro que no, estaba informando, que es la obligación primera de quien quiere prevenir. A pesar de ello, no ha dudado en vilipendiar al ayuntamiento en un ejercicio, más que de incoherencia, de doble moral: lo que yo hago está muy bien, si lo hace otro, está mal.

La verdad es que del PP, un partido que va paseando su ignominia por los juzgados de todo el país, poco cabe esperar. La actitud de CHA sí que resulta decepcionante, pues en lugar de entender la necesidad de trabajar por hacer un frente común frente al neoliberalismo y frente a una derecha envalentonada, se refugia en estrechas lógicas electoralistas, que podrán servir para cultivar su jardín, pero que erosionan el jardín común y abren las puertas a la derecha. Tiene una cierta lógica que quienes, PSOE y PP, han actuado tradicionalmente como defensores de los poderes fácticos de la ciudad y de sus intereses económicos, tengan por objetivo primero acabar con ZeC, cuya eficaz política de ordenamiento de las cuentas y de denuncia de fraudes en contratas, les saca los colores y molesta sobremanera al poder económico y sus heraldos. Pero CHA, desde luego, no pertenece a ese mundo. Por eso sorprende que le haga el juego y se apunte a una cacería en toda la regla. Una sorprendente cacería, por aplicar la ley que CHA ha promovido y aprobado.

*Profesor de Filosofía. Universidad de Zaragoza