¿A quién le importa el tal Khashoggi?

La trágica e inconcebible muerte, el brutal asesinato del periodista saudí Jamal Khasoggi no ha tenido grandes consecuencias en el tablero internacional. Ni grandes ni pequeñas, porque todavía nadie, gobierno alguno, ha aprobado sanciones contra el régimen saudí, ni expulsado de sus capitales a embajador o cónsul alguno, manteniéndose a la espera de las conclusiones definitivas de la policía turca, o en ese ambiguo terreno donde una vez más se ha instalado Donald Trump, partidario de conceder a la monarquía y al gobierno saudí el beneficio de la duda.

Khashoggi, crítico con el régimen de Mohamad bin Salman, venía denunciando maniobras y tácticas, decisiones y acuerdos del príncipe heredero cuando un comando militar lo torturó, mutiló y desmembró en una residencia oficial, el consulado de Estambul, situado no lejos de Santa Sofía. Las indicios descubiertos por la policía turca no dejan lugar a dudas sobre la actitud de los torturadores ni les conceden beneficio alguno. Fría y cobardemente mataron al informador tras atormentarlo sádicamente, causándole un inimaginable dolor.

Ante la envergadura de esos hechos cabría haber esperado una cadena de reacciones y condenas, represalias y sanciones. En España, el gobierno, por boca de su portavoz, Isabel Celaá, se ha limitado a exigir una investigación transparente. El resto de fuerzas y partidos no han dicho esta boca es mía. Nadie ha organizado una manifestación de protesta. Nadie ha escrito un manifiesto de repulsa. Nadie ha señalado claramente al gobierno saudí y al príncipe heredero. Ninguno de esos grandes intelectuales que en Europa abundan ha escrito una sola línea. Únicamente algunos medios tratan de mantener informada a la opinión pública al tiempo que señalan cada vez con menos dudas a los autores del crimen.

¿Será porque los saudíes son muy poderosos? ¿Porque nos encargan bombas y corbetas cuya fabricación mantiene miles de puestos de trabajo en varias fábricas españolas y sobre todo en los astilleros de Cádiz? ¿Porque contratan en su territorio con empresas extranjeras obra pública por valor de miles de millones de euros? ¿O porque, al fin y al cabo, el tal Khasoggui sólo era un periodista?