Más de 130 millones de indios de cinco estados están convocados a las urnas en estosdías, un primer paso hacia las elecciones generales de mayo próximo. Narendra Modi, líder del partido nacionalista hindú BJP, aspira a revalidar la mayoría absoluta que tiene en el Parlamento. La política exterior casi no cuenta a la hora de depositar el voto, pero la estabilidad, en un país de 1.300 millones de personas, tiene un enorme peso y parece encontrarse detrás del acercamiento del Gobierno indio a China, en lugar de apoyar la consolidación del Quad, una alianza militar similar a la OTAN promovida por Estados Unidos en Asia.

La aproximación de Modi a Pekín es vista como un movimiento táctico. Aunque Trump ha sido comprensivo con India y la ha incluido entre los ocho países que no serán sancionados por seguir aprovisionándose de crudo en Irán, es probable que la castigue por los 7.000 millones de dólares en armamento comprados a Rusia el pasado octubre. El paquete incluye cinco baterías de misilesS-400 del escudo de defensa aérea. EEUU ha anunciado sanciones a China por esa misma compra.

El Quad -denominado oficialmente Diálogo de Seguridad Cuadrilateral-- integra a EEUU, Japón, India y Australia. Se formó a mediados de la década pasada, pero en el 2017 Trump lo revitalizó para contener a China y garantizar el mantenimiento del orden liberal en la región del Indo-Pacífico. Sus objetivos son la libertad de navegación y el sobrevuelo de la zona marítima, el respeto al derecho internacional, la seguridad marítima, el orden basado en las normas establecidas, la mejora de la conectividad, la no proliferación y la lucha contra el terrorismo.

India tiene el Ejército menos dotado de los cuatro socios, pero su situación estratégica, su población y su influencia en el Índico la convierten en un factor esencial de esta alianza. El empeño de Washington por hacer notar su presencia militar en la zona se traduce en frecuentes maniobras, algunas esquivadas por Nueva Delhi para no irritar a su vecina. En el 2016, los ejércitos indio y chino se enseñaron los dientes durante 70 días en Doklam, un territorio en disputa entre China y Bután.

Los dos gigantes asiáticos son firmes defensores del multilateralismo y socios en importantes grupos como los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái, el G-20, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en sus siglas inglesas) y otras, pero sus relaciones bilaterales han sido muy difíciles desde el avance de las tropas chinas en 1962 «para darle una lección». Mejoraron sensiblemente en la primera década de este siglo, cuando India reconoció que Tíbet es parte de China y esta que Sikim es parte de India, pero el acuerdo nuclear entre Nueva Delhi y Washington y el firme apoyo de China a Pakistán volvieron a deteriorarlas.

El potencial económico de la nueva ruta de la seda promovida por Pekín, la militarización del mar del Sur de China y su avance por el Índico hacen que India se sienta cercada y busque alianzas para romper el asedio, aunque teme que compliquen la rivalidad con su poderosa vecina.

*Periodista