Desde que supe de la pérdida de Michel he tardado más de veinticuatro horas en acudir a las redes sociales y los medios de comunicación para leer las palabras de despedida de otros compañeros, aunque su recuerdo me asaltaba cada dos por tres.

Como colegas en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN nunca tuvimos una relación muy estrecha a pesar de tener la misma edad y compartir áreas de interés en la sección de local y en la Expo 2008, al poco de llegar él a la redacción. Nunca terminé de llevar bien eso de que me pasara como una exhalación y supongo que a él tampoco le suscité mayor interés.

Más breve pero más intensa fue nuestra relación cuando volvimos a coincidir casi una década después, él como informador de política y yo como periodista institucional.

Hace poco más de dos años tuvimos nuestro principal desencuentro por teléfono al hilo de alguna noticia que él estaba preparando, que no sabría precisar y que tampoco he tenido mayor interés en rememorar. Sí recuerdo que mantuvimos una agria discusión en la que cada uno defendíamos posiciones enfrentadas. No solía hacerlo, pero aquella noche sí. Él se despidió diciéndome que se iba a coger unos días, por lo que mis reproches al día siguiente fueron vía WhatsApp. No solía hacerlo, pero aquella mañana sí. Nunca me contestó y aquello me tuvo mosqueado un tiempo hasta que supe que esa misma mañana había ido a hacerse unos análisis médicos por una fuerte tos.

Lo demás es archiconocido. Michel era un periodista incisivo y, por ello, también cuestionado en algunos círculos a los que yo tenía acceso, donde las críticas se convirtieron pronto en elogios. Yo tampoco tardé en llamarle por teléfono para expresarle mi apoyo.

De aquella conversación recuerdo unas palabras suyas: «Nos equivocamos. La vida no es eso». Los encuentros posteriores fueron muy distintos, sobre todo para él, pero también para mí. Su pérdida me ha llevado ahora a reflexionar sobre aquello y sobre el paso del tiempo, ese al que Michel hizo tantas veces referencia en sus columnas, justo cuando comprendió que no era infinito y quiso ayudarnos al resto a entenderlo.

*Periodista