Nos deja un genio del mundo de la divulgación científica, tan abandonada y castigada en los últimos tiempos. El carisma del periodista ha facilitado que popularmente lo confundan con un científico de ciencias exactas, médico o incluso biólogo, pese a que su formación es en ciencias jurídicas y no en las ciencias en las que llevó a cabo sus divulgaciones. Un auténtico embajador de la cultura, así lo defino, como gran amigo de sus amigos. Tuve el honor de poder trabajar con él, en los últimos años de su programa de éxito: Redes, en TVE, aquel programa que dejaron morir, colocándolo en horarios ridículos de madrugada. Ese impulso por hacer programas de calidad y culturales debería de ser ejemplo en las televisiones de hoy en día, donde la salud, la cultura y la ciencia permanecen en el olvido más absoluto. Quizá no interese formar y divulgar… Tendríamos mucha tinta para analizar esto último. Recuerdo unas palabras de Eduardo Punset para implantar ciencia y conocimientos sobre salud en los medios, hay que querer avanzar y saber lo *que queremos en realidad. Tenemos la solución en nuestras manos de mejorar la calidad y volver a tener programas y secciones de bienestar en el olvido.

A Eduardo le apasionaba el mundo del optimismo y la felicidad, nos deja sus huellas en libros como Viaje al optimismo, Viaje a las emociones, El viaje al poder de la mente, o El alma está en el cerebro, que nos invita a pensar en la cercanía del autor con el género de la autoayuda, como así ha sido. Ayudar a querernos más cada día y a sacar lo mejor de nosotros mismos, es quizá una asignatura perdida en nuestro mundo, sociedad cansada y con pocas herramientas para ser un poquito más felices. Vamos muy lentos en temas de bienestar y quizá tanta tecnología no favorezca a que nos queramos más a nosotros mismos y a los que nos rodean

Nació un 9 de noviembre de 1936, en un pequeño pueblo Priorat del que tanto amaba, hijo de un médico rural de Tarragona, que le inculcó la pasión de la investigación médica. Eduardo fue jurista, escritor, economista, político y vivulgador científico, pero sobre todo quiero resaltar lo más importante: fue «buena gente» y muy generoso con los medios. En su última década, Punset hacía hincapié en la importancia de «verbalizar» los sentimientos, eliminar los prejuicios así como de atreverse a hablar de la felicidad y perseguirla. Y precisamente eso, la búsqueda de la felicidad, fue lo que promovió dejándonos grandes frases.

«La felicidad es la ausencia de miedo, es una emoción, y como tal, es transitoria».

«A veces es mejor un amigo que un fármaco».

«Si la vida fuera eterna no pondríamos en ella la misma intensidad».

«Un conocimiento de quiénes somos realmente, de nuestras debilidades, nos ayuda a ser más felices».

Si había algo que Punset tenía claro es que había que explicar a la gente la ciencia que le interesara, cómo eran por dentro, qué les pasaba, por qué eran como eran. Ciencia popular, explicarlo de forma sencilla y amena. Lo consiguió. Hasta pronto Eduardo y gracias por ser mi amigo.

*Doctor en Medicina, inspector médico