Dicen que Neymar no tenía necesidad de violar. Entendemos, pues, que los hay que sí que tienen necesidad de violar. Y entendemos, entonces, que la necesidad de violar va en función de tu estatus social, de tu poder económico y de la posibilidad que tengas de tener relaciones sexuales con mayor o menos dificultad. Entendemos, entonces, del caso Neymar tras la denuncia de una modelo brasileña, que la violación está íntimamente relacionada con el dinero y la sexualidad, y no con la dominación y el abuso, como así es.

Creer que un jugador de fútbol millonario, famoso, de éxito global, joven y con el mundo a sus pies no necesita abusar y dominar a una mujer anónima es no haber entendido en qué consiste la violación, y que algunos siguen creyendo que tiene alguna cosa que ver con el sexo o la sexualidad. No, no tiene nada que ver.

Los hombres que violan no es porque estén sufriendo una mala racha de abstinencia, compañeros, ni violan un poco, fuerzan solo un poco, lo normal, porque si no, es que no hay forma de saber si dicen que no solo por hacerse de rogar. La violación tiene tanto que ver con la sexualidad como el maltrato con el amor.

También los hay que lo confunden y lo justifican. Quizá cuando se llega a las manos, como se suele decir, es más difícil de justificar, pero... un insulto por aquí, un forcejeo por allá, jugar con los celos y con la estabilidad emocional de la otra persona... eso no es maltrato, pensarán algunos, y tiene que ver con las normas del amor.

DEL AMOR dominante, añadiría yo, y también añadiría que tiene que ver con lo que el imaginario común ha querido hacernos creer que es el romanticismo. El amor romántico con el que las mujeres nos enfrentamos a nuestras primeras relaciones afectivo-sexuales es perverso, y cuesta mucho tiempo deshacerse de él. Mucho tiempo. Nadie necesita violar, como nadie necesita maltratar. Ni violar ni maltratar son necesidades. No tienen relación con la sexualidad y el amor: son, precisamente, el retorcimiento de ambas ideas. H *Escritora