Hace un par de semanas señalaba este medio, una especie de comparativa respecto al estado de limpieza de determinadas zonas de nuestra capital. Quedaban magníficamente pormenorizados a juicio del autor del reportaje y del responsable empresarial del servicio, los contrastes y razones entre calidades sobre resultados finales de limpieza.

Si se me permite la licencia, y con objeto de aportar a los lectores de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, me atrevo a apuntar, algunos modestos puntos de vistas adicionales que pudieran coadyuvar a una más amplia panorámica de nuestros lectores.

No existen reglas determinadas que justifiquen el descontento de los ciudadanos con la salubridad y limpieza de sus calles, salvo inmundicias observables, si fuera el caso. También, qué duda cabe, el comportamiento cívico de los ciudadanos, como bien se indica en el reportaje, tiene su influencia, aunque no es el momento de prejuzgar los comportamientos incívicos en cuanto a limpieza urbana, pero que como manifestaba alguien, su solución, a la vista de los ciudadanos, «debe figurar dentro del sueldo que percibe la concesionaria».

Resulta obvio que España nunca podrá compararse con el Norte de Europa, auténticos adalides en estas modalidades. Simplemente, se trata de genes y cultura en este sentido. Viene al caso, citar por ejemplo la recogida neumática de residuos en Valdespartera, que ya conocen nuestros lectores, es aquella, en que se trasladan los mismos vía subterránea mediante potentes conductos de aire hasta la central de recogida.

Pues bien, podría decirse que funciona razonablemente bien, dentro de los parámetros de este tipo de soluciones: preferentemente, en zonas modernas de unas 20.000 viviendas. Su principal inconveniente: alto coste de mantenimiento y riesgo elevado de averías por el comportamiento inadecuado de los usuarios, aunque ¿a qué alcalde o concejal no le subyuga no contemplar y evitar una recogida tradicional de residuos a través de sus calles y plazas, y por añadido, con la consiguiente ausencia de ruidos y molestias vecinales.

Pero claro, este sistema tiene sus pros y contras siempre adaptados al carácter del usuario, ya que no es los mismo, y he sido testigo, trocear un colchón individual de goma espuma e intentar introducirlo en los buzones destinados a otros elementos, (no precisamente colchones), con lo que evidentemente, el sistema queda automáticamente bloqueado ante tamaña invasión, y los buenos deseos del alcalde por los suelos...

En fin, no nos apartemos del tema central, aunque resulta un buen ejemplo para arrancar sobre el tema principal que nos ocupa, manifestando mis reservas sobre los estudios nacionales respecto al estado de limpieza de las ciudades, no porque los observe allegados, sino más bien incompletos.

1.- Para una mejor comprensión ciudadana, un aspecto fundamental lo constituye de forma generalizada de unos años a esta parte, es que estos tipos de presupuestos para servicios urbanos, se configurarse intramuros en los consistorios, a la luz de tenues velas presupuestarias. Es decir, salen a licitación con unas pretensiones de servicios muy superiores a la disponibilidad financiera para acometerlos.

Efectivamente, se acude a cumplir con reducir gastos anuales y sectoriales a costa de la calidad de un servicio. Esto se sabe de antemano, pero se ignora el llamado bien general en supeditación a otro de mayor relieve temporal.

2.- Otro aspecto importante, es la competencia feroz entre las empresas especializadas, por resultar adjudicataria del contrato, motivada por la hambruna existente, que lleva a contemplar sobre todo a aquellos que conocen el negocio, la excesiva influencia de las llamadas bajas rabiosas o desmesuradas por resultar adjudicatarios, y con la apariencia de no detraer tiempo y/o actividades.

3.- En este orden de sumatorios, llegamos a las composiciones de las UTEs. No es este el caso, pero sirve de ejemplo generalizado. En mi opinión, cualquier empresa de las llamadas grandes, debería resultar autosuficiente para manejar un contrato de este tipo, excepto por compromisos políticos. No existe explicación técnica suficiente, que se haga acreedora la creación de macro UTEs.

4.- Los convenios entre empresa y trabajadores, son estrictamente necesarios para defensa de los mismos, y propio conocimiento del consistorio, ya que estos trabajos y su cierta dureza, son susceptibles de originar bajas y absentismos, otro motivo adicional de coste para las empresas a través de las correspondientes sustituciones, si se llevan a cabo, encareciendo el importe de adjudicación, por desequilibrio contractual aceptándose su legalidad como causa sobrevenida, (rebus sic stantibus).

Hasta aquí, algunas realidades como la vida misma, patentizando, que todos los intervinientes se sientan a la mesa con la sensación de jugar con cartas marcadas, que no son otras que los puntos citados anteriormente, y mientras la situación persista, seguiremos como manifestaba un antiguo miembro del Gobierno socialista, ministro llamado “de Jornada”, al inquirirle durante la pasada Expo 92: ¿Cómo van las cosas ministro? Y responder: «¡Ya ves!, ¡dándole vueltas a la nada!», Y conste, que los que me conocen, saben de mi agnosticismo sobre el sistema político.

*Doctor en Derecho