No se caracterizan los nuevos líderes de la izquierda española ni por su inteligencia ni por su coherencia. Cualquiera de ellos, y cada semana sale uno más que funda su propio partido, se considera el verdadero y único «guardián de las esencias» y el que va a traer, por fin, la unidad de los progresistas. Incapaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno, los líderes de los partidos de izquierda, los de derecha ni les cuento, han dado estos últimos años un palmario ejemplo de inanidad, individualismo, egoísmo, incoherencia y personalismo. Ufanos como pavos reales, sin experiencia, con deficiente formación, muy poca vergüenza y una asombrosa capacidad para afirmar una cosa y su contraria en apenas unas horas, parecen siervos de los gurús de la propaganda y la mercadotecnia. Son capaces, con extraordinaria habilidad, de afirmar un día que «España es una nación de naciones» para al día siguiente hablar sin el menor rubor de que la única nación es España (Pedro Sánchez); de asegurar que nunca dejan de vivir en su barrio de siempre para pasar a residir en un chalet de lujo en las afueras de Madrid (Pablo Iglesias); de declarar que van a luchar por Madrid en su Asamblea autonómica a abandonarla para presentarse al Congreso de los Diputados (Íñigo Errejón), y así hasta la náusea.

Estos líderes alcanzaron el poder en sus organizaciones prometiendo que devolverían la voz a la militancia, pero era mentira.

Pedro Sánchez no ha vuelto a consultar nada a los militantes socialdemócratas desde que es presidente, las asambleas de Podemos o de el nuevo Más País son un verdadero cachondeo, las cúpulas y aparatos de esos partidos deciden de manera autocrática qué hacer o a quien colocar (siempre alguien afín, que no moleste y que diga a todo lo que propone el jefe de turno que sí) y casi nunca se elige al más preparado sino al más leal al líder.

Los partidos de la izquierda se han convertido en un modo de vida para sus dirigentes, que solo aspiran a vivir de la política, mantener su puesto y su sueldo y progresar en el sistema que tanto criticaron en su día.

Campaña

Por eso solo hablan de pactos, acuerdos, desacuerdos, coaliciones, sillones, reparto de puestos y de prebendas. Basta con observar al nuevo partido Más País, que nace sin programa, sin ideario y con un líder prefabricado e incuestionable; pero con una campaña de los poderes fácticos a su favor realmente impresionante.

No es esto, en verdad que no es esto por lo que tanta gente se ha dejado la piel, y muchos la vida. Una pena.

*Escritor e historiador