Llega por fin el día que todos los zaragozanos tenemos especialmente marcado en el calendario, el 12 de octubre, el día de Zaragoza, de la Virgen del Pilar y de la Hispanidad. Volvemos hoy a llenar nuestras calles de ilusión y alegría, muchos ataviados con nuestros trajes regionales para cumplir con la tradición de esa Ofrenda de flores, singular y masiva, que asombra en todo el mundo por su espectacularidad y colorido. Porque esta es sin duda nuestra fiesta con mayúsculas, donde proyectamos con orgullo nuestras señas de identidad, donde nos sentimos plenamente como somos: zaragozanos, aragoneses, españoles y europeos, pero al mismo tiempo constituye el mayor escaparate con que ofrecernos al mundo. Así son los pilares, una fiesta inmensa donde tomamos la calle para que nos veamos y nos vean sin cesar durante nueve días, para disfrutarnos y que nos disfruten, para sentirnos y que nos sientan.

Hoy es también un día de afirmación de nuestros valores, nuestra capacidad y nuestro talento. Lo contaron y cantaron hace una semana de forma magistral los pregoneros b vocal en el soberbio arranque de fiestas que nos ofrecieron: los zaragozanos y aragoneses tenemos genio, inteligencia y fortalezas para afrontar cualquier reto. Ellos mismos son buena muestra de cómo, con trabajo y constancia, se puede llegar desde una modesta sala de espectáculos en la plaza del Pilar a llenar grandes escenarios por todos los rincones del mundo. Sí, somos capaces de todo porque tenemos competencia, aptitud y tesón para ello, y lo demostramos en muchos ámbitos. Ahí está, por poner sólo el ejemplo más a la mano en estos días, la empresa a la que hemos concedido este año la Medalla de Oro de la Ciudad, Saica. Una empresa que inició su aventura con una fábrica en el Picarral con seis empleados y que 76 años después, manteniendo su estructura familiar y su capital 100% aragonés, se ha convertido una multinacional líder en su sector con cientos de instalaciones en nueve países distintos en las que trabajan más de 10.000 personas.

Con ese tejido social, que atesora formación, iniciativa, emprendimiento y una firme voluntad de progreso, el papel de las administraciones debe ser de apoyo y estímulo. Es primordial que desde las instituciones nos dediquemos a resolver problemas, no a crearlos. Y eso, desde el ayuntamiento, supone básicamente las tres cuestiones a las que nos hemos aplicado desde el pasado 15 de junio: a recuperar la estabilidad y la sensatez que se habían perdido en la anterior legislatura para establecer cauces de diálogo y colaboración con todas aquellas entidades y personas que pueden aportar al desarrollo de nuestra ciudad; a poner orden en las cuentas públicas y reducir la presión fiscal, para que sean un acicate y no un lastre, y a centrar los esfuerzos en la gestión de las prioridades de los vecinos, con el objetivo de que la ciudad funcione, que esté limpia, bien cuidada, que sea segura, que disponga de una movilidad satisfactoria, acorde a los avances tecnológicos, y que preste sus servicios municipales con la mayor eficiencia posible.

La cooperación entre la iniciativa privada y un sector público que gestione con el objetivo de ofrecer soluciones será la clave para que Zaragoza siga creciendo, que pueda resaltar con fuerza en el ámbito internacional y que encare con garantías los nuevos desafíos que se presentan a las ciudades en todo el mundo. Desafíos que pasan fundamentalmente por tres grandes áreas que están estrechamente interrelacionadas: la sostenibilidad ambiental y el consumo de energía, la aplicación de la tecnología para la mejora de las prestaciones que se ofrecen a los vecinos y la planificación de un sistema integral de movilidad que cubra todo el área urbana y su zona de influencia de forma accesible y con un coste razonable.

Esos son los grandes retos para construir una Zaragoza que encare las próximas décadas de su historia con pujanza y optimismo. Una ciudad con herramientas y proyectos para competir con éxito en un mundo globalizado, que atraiga inversiones y que genere empleo y oportunidades para sus vecinos. Una ciudad que tenga proyección exterior, que sea capaz de generar una marca propia, basada en sus raíces culturales y en su talento creativo y emprendedor, y que sepa difundirla en el resto de España y en el extranjero. Es una construcción colectiva, en la que todos somos necesarios y que trabajando juntos conseguiremos hacer realidad. Porque somos capaces de todo.

*Alcalde de Zaragoza