La condena a cinco años de cárcel a Rodrigo Lanza como autor del llamado crimen de los tirantes ha causado sorpresa, quizá por las expectativas mucho más duras que reclamaban las acusaciones. El hecho de que haya sido un jurado popular el encargado de enjuiciar el caso y emitir el veredicto que conlleva a la pena impuesta ha vuelto a abrir el debate sobre este órgano. Es una posibilidad, en todo caso, que debe estar muy meditada. Los recursos están para algo.