Poco ha el egregio escritor y gran adalid del liberalismo, Mario Vargas Llosa, publicaba un artículo titulado El enigma chileno. Según el Diccionario de la RAE, enigma es: Realidad, suceso o comportamiento que no se alcanzan a comprender, o que difícilmente pueden entenderse o interpretarse. La tesis es que no entendía lo que estaba ocurriendo en Chile. Es muy fácil comprenderlo.

Tras el golpe de Estado de Pinochet, en 1973, se puso en marcha un experimento económico neoliberal radical, propuesto por el economista Milton Friedman, un anti-keynesiano visceral. Hubo una liberalización total de los mercados y un monetarismo financiero. Se privatizaron empresas públicas, pensiones, servicios de salud, educación, la vivienda protegida… Grupos económicos se adueñaron del agua y de grandes extensiones de tierras de los mapuches. Restablecida la «democracia» continuó la misma Constitución pinochetista y el mismo modelo económico, sin que ningún gobierno cambiara nada.

Hoy el gran problema de Chile es la brutal desigualdad. Pensiones y salarios muy bajos, y trabajos precarios. De ahí el endeudamiento de la ciudadanía para sobrevivir. Pero el problema no termina ahí. Según el estudio Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de 2017, además de la desigualdad, lo que irrita a los sectores populares es el sentirse víctimas de maltrato. La mitad de las personas de clases bajas dice haberlo sufrido en el trabajo, la educación y la sanidad. El ciudadano normal no solo es pobre y endeudado, también ha de soportar la soberbia de una élite, convencida de que merece los privilegios que goza, ya que, sostiene, son resultado de su esfuerzo.

En 1981 la dictadura privatizó el sistema de pensiones. Las fuerzas armadas no quisieron tomar los riesgos de un sistema de cuentas individuales. El resultado: Administradoras de Fondos de Pensiones AFP y cuentas individuales para los trabajadores y sistema de seguridad social para ellos. Este trato discriminatorio se presentó de manera encubierta a la ciudadanía, que podemos observar en las actas secretas correspondientes a transcripciones de las discusiones entre los miembros de la Junta Militar y los ministros, publicadas por la Fundación Sol en su estudio Pensiones a la fuerza (2019).

El señor general Pinochet, presidente de la República. -La idea que tengo es otra. El artículo 96 dice: «No se aplicarán las disposiciones de este decreto ley al personal de las Fuerzas Armadas regidos por el decreto con fuerza de ley (G) Nº 1 y de Carabineros de Chile e Investigaciones…» Esto se prestaría para muchas críticas en el sentido que los militares quedarían marginados de la ley. Esto puede ser una crítica para nosotros, así que hay que buscar otra fórmula que podrían redactar los abogados, porque de lo contrario esta ley traería un repudio total. Como usted dice, en el caso de otros artículos, hay que estudiarlos y ver cómo quedan en definitiva, pero soy de opinión que hay que darle una redacción muy precisa.

El señor ministro de Salud. -Yo concuerdo plenamente con usted. Tal vez la fórmula que me permitiría sugerir sería en base a que si la filosofía ha sido permitir el optar al nuevo sistema, debería quedar en forma similar para quienes estuviéramos dentro de este régimen. Ahora, si mediante el agregado de algún tipo de requisito ello no fuera posible, realmente ante la mirada de todos nuestros subalternos, si el sistema es bueno, cabría preguntarse, ¿por qué las Fuerzas Armadas quedan fuera?; si el sistema es malo, quedamos fuera, pero tal como usted dice, ¿cuál es la ética que tenemos?, y políticamente es una bomba en el tiempo.

El señor general Pinochet, presidente de la República. - Yo creo que hay que buscarle una presentación más atrayente incluso para nosotros. Lo que yo digo es que se le ponga una redacción, pero que no aparezca como que nosotros estamos involucrando a la gente y, por otro lado, nos quedamos atrás. La idea es esa, que no figure que somos excepción, que incluimos a toda la gente en el sistema, pero nosotros no entramos en él. Ahora si ustedes ven que es necesario aceptar el nuevo sistema o mantenerse en el actual, tiene que darle una redacción que lleve encubierto lo que vamos a hacer, de lo contrario, vamos aparecer muy mal ante la ciudadanía.

Veamos el resultado de tanto patriotismo. Mientras 684.000, en diciembre de 2018, recibieron una pensión de vejez de las AFP de 227.693 pesos (290 euros), 37.000 de Dipreca (Dirección de Previsión de Carabineros de Chile) un promedio de 1.085.708 (1.379 euros), casi 5 veces más. De las 70.000 pensiones pagadas por Capredena (Caja de Previsión de Defensa Nacional), el promedio es 4,3 veces mayor, y casi 9 veces comparado con las 8.000 pensiones de los Oficiales de más de 2 millones (más de 2.564 euros).

La plaza de la Constitución de Santiago de Chile simboliza el centro de poder. Allí está el Palacio de la Moneda bombardeado por Pinochet en 1973. También bombardeó a la tercera edad, como a Mario Enrique Cortés, de 80 años, que en 2014 murió de infarto en pleno invierno trabajando para una empresa de jardinería, como a otros muchos ancianos por sus pensiones misérrimas. Se levantaba a las 4 de la madrugada para llegar a su trabajo desde la comuna de El Bosque; iniciaba a las 6 y finalizaba a las 3 de la tarde.

*Profesor de instituto