La leyenda familiar dice que la primera vez que mi padre escuchó las canciones de Joaquín Carbonell las oyó cantadas por mi madre, cuando eran novios, y luego le sorprendió la versión original. Carbonell ha celebrado esta semana en el Teatro Principal sus primeros 50 años sobre los escenarios. Cuando lo conocí llevaba tiempo sin grabar. Era un crítico ácido de televisión y un entrevistador ingenioso en estas páginas, un escritor que practicaba la poesía, la narración y el ensayo, como en su crítica temprana a la mala televisión de Apaga y vámonos.

Durante mucho tiempo oí su música sobre todo en el coche, en viajes por carreteras de Teruel, cerca de algunos de los lugares donde transcurrían las canciones de su primer disco, Con la ayuda de todos: las inolvidables La Paca del Cañízar o Con el sudor de tu frente (compuesta con José Antonio Labordeta), el retrato de la social justice warrior católica de La beata, la monetaria/burlesca Doña peseta, piezas líricas sobre Teruel como Canción para un invierno o Me gustaría darte el mar. En un ejemplo típico de su humor, Carbonell dice que todo el mundo piensa que la última la había escrito Pilar Navarrete, coautora de varias de las canciones de ese disco, porque es bonita. Actuó en algunos de los pueblos donde viví: en Urrea de Gaén, en La Iglesuela del Cid. Cuando vino a la localidad del Maestrazgo, donde terminó tocando con la rondalla del pueblo, hicimos el viaje juntos. Me gustaban su cinismo y su ingenio, que en algunas canciones combinaba con un elemento entre nostálgico y sentimental.

Alguna de las mejores canciones de Brassens también las escuché por primera vez por la voz de Carbonell, que le ha dedicado dos discos. Carbonell tiene muchas otras influencias y compañeros, y ha evolucionado cuando otros se estancaban: se ha rodeado de buenos músicos, su voz ha ganado en matices, ha escrito canciones emocionantes como Dónde estabas tú. Ha construido una poética de lo local: eficaz, sencilla, inmediata. Buena parte de su forma de ver el mundo, de su ironía y desapego, es heredera del cantante francés. Me gusta pensar en Súplica por ser enterrado en la playa de Sète (que adaptó), donde Brassens dice que los grandes de la historia le envidiarán porque él pasará su muerte de vacaciones, y a la vez en De Teruel no es cualquiera. Son dos canciones que mezclan el alarde y la modestia, la autoflagelación orgullosa y el humor somarda de aquel personaje de José Luis Cano al que un funcionario pedía que firmase en la línea de puntos y preguntaba: ¿Con mi nombre? H @gascondaniel