Siempre recuerdo una frase del aragonés Carlos Barrabés, una de las personas más adelantadas a su tiempo, cuando se dan mal dadas en contextos internacionales. La escuché por primera vez en una entrevista con Iñaki Gabilondo, y me marcó por su claridad. Emitió una luz al pronunciarla que me hizo cambiar la perspectiva de las adversidades mundiales. O de cómo debieran de ser.

«En el momento que tengamos conciencia de humanos pensaremos de otra manera. Porque el concepto de humano solo lo tiene la gente que es global». La frase de Carlos Barrabés remarca las incertidumbres de un virus con corona que ha condicionado el futuro de todos. Es la hora de entender que la complejidad del mundo global debe hacernos más humanos.

No hay nadie más apropiado para dotarnos de la realidad que corresponde a la crisis sanitaria del coronavirus que nuestros líderes. No solo los que se enfundan una corbata en una moqueta que añora otros tiempos políticos de menos complejidad. Son también los líderes empresariales, financieros o sanitarios.

En los últimos días, dentro de nuestro marco nacional, se están posicionando mensajes de liderazgo que -sinceramente- no esperaba escuchar en la boca de alguno de ellos. Desde Sánchez hasta Almeida.

El prejuicio y la condena a los políticos que no concuerdan con nuestra ideología o que han errado en una decisión que nos perjudica es nuestro día a día. Son los quehaceres de los representantes públicos criticados en la picota pública. Y magnificado en el algoritmo cebado de viagra de las redes sociales.

Pero la crisis sanitaria que nos tiene confinados en nuestras casas les sacude una bofetada de realidad a los políticos que abanderan causas ideológicas ajenas a nuestras preocupaciones reales para centrarse en lo común como nunca en la historia de este país.

La crisis del coronavirus comienza a debilitar nuestros cimientos sanitarios por el considerable aumento de los infectados. Nos sucumbirá en una crisis económica difícil para todos, especialmente para los más vulnerables. Y al final surgirá una crisis social que será un conjunto de todas las dificultades.

Ojalá, al menos, saquemos de esta crisis la oportunidad de cambiar la conciencia de la política. Que nuestros líderes -ahora en la adversidad absoluta- vuelvan a la esencia de las necesidades ciudadanas. Dejen de lado sus rencillas para ser un bloque compacto en favor del bienestar de todos.