El vicepresidente Iglesias dijo que si al opositor venezolano Leopoldo López lo hubieran juzgado con la Ley Mordaza lo habrían condenado a más años de cárcel. «El Mediterráneo convertido en fosa común por culpa de unas élites europeas impasibles ante la tragedia y el horror», decía Podemos. Pablo Echenique insinuó que Albert Rivera se había saltado un control antidroga. El ministro de Universidades repetía un bulo que acusaba al entonces líder de Ciudadanos de falangista. La ministra de Igualdad ha dicho, sobre las marchas del 8-M, que se hizo «en todo momento lo que recomendaban los expertos y autoridades sanitarias».

La vicepresidenta Calvo declaró que la Constitución debía cambiar para reconocer la igualdad entre hombres y mujeres. El presidente del Gobierno dijo que España no había entrado en la ONU cuando se fundó por estar sometida a una dictadura.

El ministerio de Sanidad mandó mensajes tranquilizadores sobre el covid-19. Se celebraron muchos actos públicos el fin de semana del 8-M; el Gobierno alentó a ir a las marchas feministas: a las mujeres les iba la vida en ir, dijo Calvo. La enfermedad no tenía fronteras, pero el responsable dijo que no había mucho peligro porque apenas habría extranjeros. Se dijo que no se podía saber, pero algunos sabían. Se dijo que las mascarillas no eran necesarias, pero pueden ser obligatorias al final. Se dijo que habíamos hecho 350.000 tests, luego que se habían distribuido pero no hecho. El periodista Antonio Villarreal ha mostrado que, aunque no sabemos cuántas pruebas se han realizado, son menos de las 20.000 diarias que apuntó el Gobierno. El ministro del Interior dice que España es el país que más ha hecho (falso). Según el mismo ministro, que como Edith Piaf no se arrepiente de nada, nadie desaconsejaba celebrar actos públicos el fin de semana del 8-M (la agencia europea encargada recomendó la suspensión).

Ahora los dos partidos del Gobierno hablan de la lucha contra las 'fake news'. Critican la repugnante táctica de Vox, que esparce bulos y se aprovecha del sufrimiento y el miedo; alertan de mentiras que circulan por las redes. «Hay que politizar el dolor», dijo Iglesias hace tiempo. Podemos ha presentado denuncias; el PSOE se ofrece a recopilar bulos. En parte es un señuelo: se destaca al adversario más cafre, se mancha por asociación toda crítica y el debate sobre la libertad de expresión y la posverdad distrae del análisis de la gestión de la epidemia. Otra parte tiene que ver con tendencias del poder: la batalla contra las 'fake news' en realidad es una lucha por el monopolio de la intoxicación. Esperemos que la cosa no vaya muy lejos: de lo contrario, es posible que el Gobierno se acabe denunciando a sí mismo.

@gascondaniel