Opinión | Alégrame el día

El cuento descartado

A veces, en mitad de la noche, me asalta el recuerdo de algún cuento descartado, de algún relato arrojado a la papelera del olvido. El cuento, muy ofendido, me despierta y me increpa por haber pasado precisamente de él (y no de otros), por haberlo arrojado voluntariamente lejos de mí, sin intentar siquiera retocarlo, desechado como un juguete viejo, sin posibilidad alguna de redención. Cuando esto sucede (que sucede de cuando en cuando), pienso en el relato en cuestión detenidamente, dudando de si merecía o no morir en el limbo de los sueños rotos. Sí, descartar un cuento, el hecho de tirarlo a la basura, es de alguna manera una forma de asesinato. En verdad, la responsabilidad de un escritor con sus hijos, con sus criaturas, es grande, pero hay ocasiones (también es verdad) en que hay que tomar medidas drásticas. A lo mejor un relato, con el paso inexorable del tiempo, ha quedado desfasado, no funciona, y en consecuencia se elimina por la vía rápida. A veces se puede reparar, es cierto, pero otras veces no. Y toca tirar de la cadena. La otra noche, por ejemplo, me despertó uno de esos cuentos descartados, titulado en su día 'El mundo confinado'. Escrito hace ya muchos años, era un cuento primerizo de ciencia ficción. El protagonista es un pobre hombre que se encuentra encerrado en su apartamento, confinado en él, al igual que el resto del planeta, por culpa de un maldito virus que se ha extendido por todas partes.

Una historia deprimente, rutinaria y angustiosa, en la que no sucede apenas nada de interés. Un drama sobre la insignificancia del hombre en el universo; un tostón, vaya, completamente inverosímil. Me alivia pensar -soy así de iluso- que al menos en un universo paralelo esta historia tenga, tal vez, su oportunidad…

*Escritor y cuentacuentos

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