Hay políticos que cumplen muy bien su función estén gobernando o en la oposición. Hay otros, demasiados, que han hecho de la política su manera de vivir, generalmente por encima del nivel al que podrían aspirar en su trabajo de origen, si lo tienen, o de frecuentar las oficinas de empleo con su escasa o nula formación y un inexistente curriculum fuera de la política. Abundan los narcisos preocupados por su imagen, para tormento de los servicios de protocolo, capaces de dar saltos por salir en una foto o tirarse en plancha cuando ven una cámara de televisión con tal de salir unos segundos en las noticias. Inundan las redes con la ayuda de los amiguetes, de imágenes que aparentan que hacen algo trascendente cuando lo que hacen es intentar llenar el vacío y ocultar su intrascendencia. Los hay que siempre dicen algo interesante a los que conviene prestar atención y otros que llenan su cuota de pantalla, previamente repartida, con ocurrencias. Algunos empachan. El Sr. Azcón es de estos últimos. Siempre presto al protagonismo con nimiedades inventadas a propósito, aconsejándonos desde mil lugares diferentes que nos quedemos en casa, por esto de la pandemia, eludiendo sus responsabilidades y echando las culpas siempre a otros. Por ejemplo, el control de los botellones, si es que los botellones son ocasiones para el contagio, corresponde a la policía municipal, muy competentes en cumplir órdenes, cuando se las dan. Yo le recomendaría al Sr. Azcón que por su salud, con tanto rebrote, se quede en casa. Ya ha puesto los cimientos de su hospital privado y puede descansar y de paso, descansamos los zaragozanos, porque, Sr. Azcón, tanta exposición mediática a veces quema. Y no se preocupe. Con la casi nula oposición que tiene usted en el pleno puede dormir tranquilo este verano y, visto lo visto, unos cuantos años más.