El sabio busca la sabiduría,

el tonto la ha encontrado

(G.C.Lichtenberg)

Estos son escritos de la decadencia o decadentes: pero aún cadentes o con alguna cadencia.

Yo también voy buscando un sentido que no acabo de encontrar: y que quizá esté al otro lado del espejo.

Prosigo un camino herido: aunque aún no abatido ni batido.

Parafraseando a M.Proust, el bienestar es bueno para el cuerpo, pero la pena o desgracia reactivan el espíritu.

En los momentos malos no soy malo, lo estoy: solo me defiendo frente al mal, asumiendo críticamente su corrosividad.

La religión debería ser crítica de toda idolatría: incluida la suya propia.

Las ciencias deberían ser el conocimiento de su propio objeto inmanental.

La conciencia debería ser la consciencia y conocimiento de su propio sujeto trascendental.

La filosofía busca el sentido: el cual es la transignificación simbólica de lo real.

El arte sería la trasfiguracion de lo real.

El amor sería la trasfiguración del otro: el arte de amar.

Y la religión debería ser la sublimación de lo material inmanental en lo espiritual trascendental.

Por una parte no creo en el Dios exterior: por otra parte creo en mi dios interior

En el sentido interior habita el dios: en el dios interior cohabita el sentido.

El Dios exterior es la verdad de la razón abstracta: el dios interior es el sentido encarnado (el amor).

El amor no hay que ganarlo: es la gracia.

No trato de de decir la verdad abstracta, sino la verdad vivida y convivida: el sentido de la existencia en coexistencia.

Una buena parte del personal aún no se ha enterado de la gravedad del coronavirus: deben pensar cínicamente que hay tantos virus (o quizá ninguno).

Como dice Clarice Lispector: está la línea de misterio y fuego.

Yo implorante, la que se lamenta, pero la que canta (C.Lispector).

La trascendencia inmanente del gótico : y la inmanencia trascendente del románico.

Debo ser un filósofo un poco gótico: me interesa la oscuridad mortal y su apertura en ojiva.

Quizás soy paradójicamente gótico de día: y románico de noche.

El filósofo como aguafiestas: me intriga hablar de la muerte (pero no del morir).

El joven ve brillar la vida: el viejo ve brillar oscuramente la muerte.

Morir es inmanencia rota: pero la muerte es trascendencia abierta: este es el drama humano tragicómico, negativo y positivo, dramático.

La vida y su desahucio final: y legal.

El morir como una maldición de la materia: la muerte como una bendición del espíritu.

El frío mortifica, el calor vivifica: temo un cielo demasiado refrigerado.

La existencia según Unamuno es transracional: translógica.

La palabra era Dios: pero ahora es un daimon/demon del lenguaje secular.

Protestamos por la vida porque en el fondo la amamos con pasión: soy su amante un tanto despechado.

En este país no hemos tenido libertad otrora: aún se nota agora.

El racismo global: solo hay que salir de España o adentrarse en ella.

La Iglesia pasó de ser perseguida a perseguir, de ser juzgada a juzgar, de de la caridad a la ley: de la fraternidad al patriarcado.

En un país incultural la cultura es culteranismo: y la inteligencia es un clavo a martillear y achatar.

Ya decía A. Ganivet que un pueblo inculto es ingobernable: incluso su gobierno si es inculto populista.

Nuestro déficit intelectual se traduce en déficit económico y social.

La fe en el ateísmo suele ser tan fanática como la otra fe.

Los nórdicos piensan que los sudistas somos laxos porque nos visitan en verano o en vacaciones: pero ellos amén de ser rígidos viven y beben bien, aunque en sus casas.

Lo mejor sería para unos y otros un gran encuentro norte-sur: ya se lleva a cabo folclóricamente con el turismo, pero debería ser más intercultural al modo Erasmus.

En nuestras sociedades sigue habiendo forajidos del este y oeste: ahora se llaman “forrajidos” porque se forran impunemente.

Encuentro entre nosotros, con perdón, cierto patrón tradicional: el patronazgo del tontonazgo.

Todos hablan de la dignidad del hombre, dónde está.

Si el sentido de la vida es amor, entonces está en nosotros y más allá de nosotros: inmanencia y trascendencia.

El amor dice admiración del ser-valer-valor del otro en su contingencia: axiología práxica.

Que la pornografía evita males mayores parece obvio humanamente.

Verde embeleso de la vida humana, loca esperanza, frenesí dorado (Sor Juana Inés).

La naturaleza haciendo de las suyas, y el viejo Dios callado: no sea que la natura la tome también con él.

El tiempo que me lleva y lleva al paredón: allí me pararé extático.

La enfermera que me regaña por ser friolero y llevar tanta ropa: hago lo que quiero y puedo.

No pienso cambiar: pero espero cambiar a algún lector y que me cambie.

El escritor puede avergonzarse de lo que escribe: pero no debería avergonzarse el lector.

El coronavirus nos ha trasladado del independentismo irredento a la dependencia redentora.

Tomar consciencia de la pandemia con apertura de espíritu: aunque el cuerpo ande encerrado.

La vida como crisis de la materia: desgarradura.

Jóvenes que quieren vivir: viejos que quieren morir.

En esta fase, la quimioterapia me hace de mi noche un sin- dormir y del día un sin-vivir: aunque finalmente amaina en con-vivir (hasta la próxima entrega).

Como sabía Chaeaubriand, toda crisis incrementa la vida del hombre: porque la crisis enerva el sentido.

Sin el amor estaría en el infierno: con el amor vivo a cielo abierto (aunque se está oscureciendo).

Todo autor recrea una idea que repite: todo actor repite ideas ajenas.

Me contradigo porque la vida es contradictoria: ambivalente.