Durante el confinamiento se ha leído más que en los meses anteriores, eso dicen las encuestas de quienes se dedican a hacer estudios sobre estos temas. Se nos aclara que en esos datos hay que considerar toda clase de soportes, libro clásico y electrónicos. A mí, como autor, me parece muy bien que se lea, dando por bien empleado cualquier medio, físico o electrónico. Si me sitúo exclusivamente del lado de los lectores, donde esté un libro que se aparten todos los demás contenedores de historias. Al placer de la lectura se añade el de la belleza del objeto y ahí no hay color.

Una frase muy utilizada y que todos hemos oído alguna vez es que un buen libro debe enseñar y entretener. Lo primero lo consiguen todos pero lo segundo no. Cualquier libro enseña, por voluntad del autor cuando consigue que aprendamos algo que ha sido escrito con esa intención y, en contra de lo pretendido en algunas páginas, a veces aprendemos de forma negativa, lo que no es o no nos gusta. Otra cosa es el entretenimiento, que todo autor pretende, pero no todos consiguen.

A juzgar por los reconocimientos obtenidos y por las ediciones que lleva, Irene Vallejo ha conseguido, con su El infinito en un junco , aunar los dos objetivos. Es un libro formalmente magnífico, muy bien editado, con una prosa elegante y rítmica que invita a seguir leyendo. Está construido como una historia, con su principio y su fin, pero no sigue exactamente una línea cronológica ya que va dando saltos en el tiempo lo que hace que su lectura se siga con mayor atención. En cuanto al fondo, se trata de contarnos la historia de los libros, nada menos. Una aspiración muy ambiciosa y, a mi juicio, lograda. Leí hace unos días en esa enorme taberna en la que se ha convertido Twitter lo siguiente sobre este libro: trata de contarnos algo que ya sabemos. Es, evidentemente, un comentario negativo hacia esta obra, pero yo interpreto esa frase de forma contraria ya que sí, en efecto, nos cuenta cosas ya sabidas, no ha hecho ningún descubrimiento arqueológico, pero es que ese no es su objetivo. Un libro que cuenta cosas ya descubiertas y publicadas no queda invalidado por eso. Es, posiblemente, un reto mayor, puesto que lo que hace es ponerlas en orden, alinearlas, y de forma armónica ofrecer a los lectores un relato en el que va mezclando datos y opiniones (en eso consiste un ensayo) consiguiendo que quien lea con atención obtenga una gran satisfacción porque refresca conocimientos, adquiere otros, y, en definitiva, cuando ha finalizado la lectura se queda con una maravillosa sensación.

Su autora pretende contarnos el camino que los libros han recorrido desde la antigüedad hasta nuestros días. Y como se trata de un ensayo lo hace siguiendo un trayecto que a ella le parece el adecuado. Ya desde el principio el libro nos muestra su intención, en su título incluye la palabra infinito, es decir, el todo. Y nos va contando cuales han sido los soportes y los contenidos, así como los nombres de quienes han escrito en esos libros, antes de que lo fueran, y nos informa de los políticos que incluyeron la posesión de aquellos primeros objetos continentes de literatura como una de sus prioridades de gobierno.

Pilar Aguarón, Marta Navarro y Ana Rioja son las autoras de Historias de tres mujeres con sombrero rojo . Si no lo han leído, cómprenlo y léanlo. Descubrirán una galería de mujeres, autoras y protagonistas, interesantes y dignas de ser conocidas. Ana Alcolea es Premio de las Letras Aragonesas desde hace unos días. En las informaciones que acompañan a esa noticia se suele añadir que se dedica a la literatura infantil y juvenil. A lo que yo añadiría que muchos de los libros que catalogamos así son de gran literatura y que haríamos bien en acercarnos a la lectura de alguno de ellos. Les cito el de su debut: El medallón perdido , publicado en 2001, pero pueden buscar otros muchos de su abundante producción. El ensayo: El maravilloso mundo de la ópera , es recomendable para aficionados y, sobre todo, para quienes no lo son. Y quienes quieran acercarse al conocimiento de un gravísimo problema, la lectura de: Relatos contra el acoso escolar, de 2019, es muy recomendable. Y qué decir de: Voces , de Elena Laseca , una novela río, con pluralidad de protagonistas, magníficamente tratadas, muy interesante. Costa Rica , ese país del que todos sabemos que es un vergel, pero poco más, está en el corazón de esta novela muy bien escrita. Y si quieren poesía: La muerte es el principio , de María Dubón , espectacular, dardos directos al corazón, sentimientos a flor de piel.

En resumen: libros maravillosos.