Todo al alcance de un clic. En la intimidad de una habitación a puerta cerrada todo sigue siendo posible. No estamos ante la ficción, es real. Amazon se ha visto obligada a cancelar la venta de reproducciones realistas, hasta el más mínimo detalle, de semicuerpos de niñas con exclusivo destino sexual. Se llaman juguetes sexuales. ¿Es solo un juego?

Vemos la punta del iceberg. Me sobrecojo cuando para escribir esto me adentro en Aliexpress, tan conocido ya para todos, y escribiendo muñeca sexual veo que podría comprar una muñeca con cara de preadolescente y una talla de 1,40 centímetros, 72 de pecho, 70 de cadera… y no quiero ya referir la detallada relación de los centímetros de sus diversas profundidades.

Y me pregunto, Amazon se vio obligada a retirar esa venta porque alguien lo hizo público. ¿Pero, y antes?

Me preocupan las plataformas y empresas 'online' que comercializan estos productos, pero más me preocupa la demanda del producto. Nuevamente es el negocio del sexo el que, sin escrúpulos ni limites, no conoce de edades.

Fácilmente diremos que son muñecas, que es ficción. Me martillea el pensamiento de que «la realidad a veces supera la ficción». Vivimos en épocas de ficción, en las que el mundo se confina por pandemias que hubiéramos creído propias de películas de series B, los domingos por la tarde.

Me preocupan las mentes criminales que se regocijan y gozan de la explotación sexual de menores. Cuando estos menores no están disponibles, los adquieren y poseen a modo de muñecas hiperrealistas. Esto en occidente, mientras, en el mundo de los «otros» la trata de esclavas sexuales secuestra cada año miles de niñas y niños a los que se utiliza para satisfacer los cuerpos y las mentes de adulterados adultos.

No servirá que calmemos nuestra conciencia con la retirada de la venta de un producto, hemos de ir más allá. No sirve el hecho de que a noticia pasada el Ministerio de Consumo solicite la intervención de la Fiscalía por si hubiera indicios de delito. El control ha de ser previo y no a demanda. ¿Cuántos torsos desnudos de menores se han vendido hasta la voz de alerta? ¿A cuántas mentes criminales hemos procurado placer? Hablamos de apología de la pederastia. Y en España a pesar de múltiples peticiones de afectados, la pederastia si es un delito, pero su apología no. ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que se tipifique la apología del abuso de menores, de la pederastia, como si lo está la apología del terrorismo o del racismo?

Algo más tendremos que hacer, para que con un simple clic que no accedamos al crimen, en tiempos de la distancia social y las distopías. Leo 'La red púrpura' de Carmen Molas y tiemblo.