Ramón J. Sender decía en 'Álbum de radiografías secretas' que era difícil encontrar un héroe, un santo o un poeta, y todavía más alguien que fuera las tres cosas a la vez: eso era lo que ocurría, según él, con Simone Weil (París, 1909-Ashford, 1943).

Weil, una de las filósofas más influyentes del siglo XX, estuvo en Pina de Ebro durante la guerra civil, en las filas de la columna Durruti. Estuvo poco tiempo, porque tuvo un accidente que la obligó a irse, aunque la experiencia alimenta un texto estremecedor sobre la contienda, su carta a Georges Bernanos.

«Todo en ella era, como se ve, inadecuado pero no por defecto sino por exceso. Simone era más inteligente de lo que la naturaleza suele tolerar, más bondadosa de lo que las religiones aconsejan, más heroica de lo que conviene prudentemente al cuidado de la propia existencia», escribió Sender.

Página Indómita acaba de publicar 'Opresión y libertad', que reúne varios de los ensayos sobre ciencia social y política de la autora: lo que más asombra es la perspicacia y claridad de estos textos, que tratan de la opresión y las revueltas, y de los problemas que estas podían generar a su vez. El socialismo solo sería posible cuando se valorase el trabajo en sí; «todo grupo humano que ejerce un poder lo hace no en aras de la felicidad de los que están sometidos a él, sino para acrecentar dicho poder»; la máquina burocrática «amenaza la existencia misma de todo aquello que todavía apreciamos en el régimen burgués». Analiza la tecnocracia, el nacionalsocialismo y sobre todo el marxismo. Al leer a Lenin, dice: «el régimen asfixiante que pesa en este momento sobre el pueblo ruso estaba ya implícito, en germen, en la actitud hacia su propio pensamiento».

Buena parte del libro es un análisis crítico, original y admirativo de la obra de Marx y sus interpretaciones, con reflexiones sobre la ciencia, sobre la estructura social y la lucha de clases, sobre la idea de que «el marxismo es la más elevada expresión espiritual de la sociedad burguesa». Pero «Marx elaboró las conclusiones antes que su método. La pretensión del marxismo de ser una ciencia es, por lo tanto, más bien cómica». Habla del efecto cegador de la periodización de la historia, de que confundimos necesidad y fuerza. «El orden social, sea cual sea, aunque necesario es esencialmente un mal». Es un libro lleno de inteligencia, que hace un esfuerzo por ver, una apuesta por la atención. Escribía Sender: «En Simone Weil todo es lógico, evidente y de una serenidad en la clarividencia, admirable. Parece que en ella el racionalismo y el misticismo se reconcilian». @gascondaniel