Opinión | sala de máquinas
Blancanieves y el filete de hígado
Me invita Ana Alcolea a participar en un nuevo proyecto de animación a la lectura, Al este del Canal, y le envío un vídeo con algunas recomendaciones y una pregunta final: «¿Es real la realidad?».
La cita no es mía, sino el título de un ensayo de Paul Watzlawick, en el cual intentaba asentar la tesis de que la realidad, lejos de existir como una verdad objetiva, ecuménica, no es más que un constructo de aquella vía o canal de comunicación que consigue imponerse a los demás. Hay una realidad física, obviamente. Hace sol, llueve, tengo fiebre… Pero si uno piensa una cosa y la contraria, si uno cree que los demás piensan una cosa de él y está equivocado porque piensan la contraria, entonces, ¿cuál sería, cuál es la realidad?
Con la auténtica Patricia Esteban Erlés viajo a Ejea de los Caballeros para ofrecer una charla real en un programa presencial de la Diputación de Zaragoza (Escritoras españolas). Después de la pandemia, de todos esos vídeo mensajes donde los autores parecen/parecemos conejos asustados, caballos despistados, cobayas encerrados, volver a disfrutar de la gente, del público, de lectores cabales, de mujeres luchadoras que, como María Ángeles Casalé, siempre mantienen abiertas de par en par las puertas de la cultura, ese soplo de aire fresco parece tan estimulante como real.
Pero, ¿qué es la realidad?, le pregunto a Patricia Esteban Erlés. Tampoco ella cree que exista, viene a decirnos en el Centro Cívico de Ejea de los Caballeros. De hecho, en su obra literaria, de corte fantástico, la realidad cede ante el empuje de la imaginación. Son fantasías con base real, y sus relatos piezas medidas por la exactitud de la narración y la precisión del lenguaje.
¿Y el origen de esa bifurcación entre realidad y ficción, cuál fue, dónde estuvo? La niña que fue Patricia recuerda que su madre, natural de las Cinco Villas, le contaba cuentos mientras le daba de cenar. Y aquella mezcla de Blancanieves y filetes de hígado (todas las madres de aquella época estaban obsesionadas con atiborrar de hígado, Bovril y leche condensada a sus hijos pequeños) libró por primera vez en ella el combate entre lo real y lo ficticio.
Blancanieves, por suerte, la alimentó bastante mejor que el filete de hígado.
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