Opinión | Sedimentos

Manos amigas

Todos necesitamos una mano amiga que nos ayude a salir del brete

Está en la voz, tanto de los profesionales sanitarios como de los sufridos ciudadanos, la posibilidad de un confinamiento domiciliario, cuestionando una más que discutible prioridad entre economía y salud; falsa dualidad que se traduce en algo así como elegir entre la bolsa y la vida, o permanecer con los pies sobre el suelo o bajo tierra.

Entretanto, es reconfortante recordar el buen ejemplo de solidaridad que en la pasada primavera nos brindaron organizaciones altruistas como Cáritas, el Banco de Alimentos o los voluntariados, junto a iniciativas como la de algunas empresas de restauración que sirvieron comidas a los más necesitados, o las de asociaciones vecinales constantemente preocupadas por el bienestar de sus residentes, intentando paliar los problemas derivados de la reclusión forzada. Y una vez mas, el papel que jugaron las pensiones de jubilación de los abuelos en la supervivencia de familias acosadas por el paro. Tampoco son desdeñables las ayudas propuestas por las diferentes Administraciones, con particular mención de la asistencia en materia de alquileres, tanto para quienes no pudieran afrontar el pago de las mensualidades contratadas, como en forma de ayuda para la emancipación de jóvenes que así podrían acceder a un necesario espacio propio. A fin de cuentas, el acceso a una vivienda digna, hermosa entelequia muy difícil de llevar a la práctica, suele requerir un enorme esfuerzo.

Todos necesitamos de vez en cuando una mano amiga que nos proporcione ese empujoncito imprescindible para salir del brete; todos deberíamos, además de agradecer el gesto, preocuparnos de cuidar lo ajeno como propio y devolver el favor en cuanto sea posible. Una cadena de gestos amigos es una excelente muestra de solidaridad, algo tan trascendental en los tiempos difíciles que nos amenazan.

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