Desde la comodidad de nuestras sociedades occidentales asistimos impasibles al destrozo humano que se está produciendo en África. Hace siglos fue territorio para conseguir esclavos, hombres y mujeres como fuerza bruta sin ningún tipo de contemplación. El paso del tiempo no mejoró su situación, el continente africano se convirtió en tablero de reparto de un territorio explotado por los imperios del planeta que saquearon su riqueza material y humana. El abandono de las colonias y el establecimiento de un nuevo orden internacional con la globalización como punta de lanza siguen dando la puntilla a un continente que por sí solo debiera navegar por los mares del desarrollo y el progreso.

¿Por qué África? ¿Qué han hecho sus pobladores para quedarse con la peor parte de la miseria humana?

Demasiado a menudo llegan a las costas de Europa personas que escapan del horror, del miedo, de la miseria más absoluta, de la limpieza étnica, del hambre, escapan de la muerte. Una muerte segura que envuelve los cientos de conflictos que se han generado tras una mala gestión en la descolonización del continente realizada por países que son capaces de surcar el universo, hacer frente a las enfermedades más terribles y alcanzar la mayores cotas de desarrollo tecnológico.

Las terribles guerras del siglo XX, la más mortífera y despiadada, conocida como guerra mundial africana o guerra del coltán, involucró a la RD del Congo, Uganda, Burundi y Ruanda.

Se produjeron limpiezas étnicas, genocidios con millones de muertos y desplazados. Siguieron los conflictos de principios del siglo XXI, el llamamiento a la yihad islámica del Estado Islámico promovido Boko Haram y los musulmanes más radicales, han dejado un continente con conflictos de mayor o menor intensidad en Somalia, Nigeria, Libia, Sudan del Sur, Mali, Burkina Faso, Somalia, Camerún y otros, sumido en la desesperación.

¿Por qué en tantos países y durante tanto tiempo se enquistan los conflictos y resulta imposible resolverlos de una manera civilizada?

Después de las dos guerras mundiales que se libraron en el continente europeo, nació la ONU. Parece ser que debía contribuir a que el horror y la muerte de los conflictos quedaran minimizados y reducidos a la historia. Se creó con la voluntad de que lo sucedido en la primera mitad del siglo XX no se produjera nunca jamás. De ella han surgido otras organizaciones que están realizando un gran trabajo para incorporar al desarrollo a los países más débiles o desorganizados.

A ello se suma que todos los países del llamado mundo desarrollado poseen poderosos equipos diplomáticos para gestionar su relación exterior.

¿Hacen algo por llevar nuestra experiencia a los países con los que se relacionan? ¿Qué pasa en África? ¿A qué se dedican los unos y los otros? No se sabe si a estos países en conflicto les están exportando su sabiduría sobre la forma de conseguir desarrollos equilibrados para sus pueblos con fórmulas de gobiernos democráticos que regulan la relación entre la economía y poder o se dedican a comerciar con la riqueza de África que es tanto como decir con su sangre.

Da la sensación de que interesa la existencia de gobiernos débiles, países en conflicto como la mejor forma de obtener pingües beneficios al margen de lo que puedan hacer los gobernantes con la población.

Mientras tanto sus habitantes huyen. El barco Open Arms ha tenido periódicamente problemas para dejar en tierra a personas recogidas en el Mediterráneo que abandonan el continente africano porque no pueden más. Las mafias parece que han cambiado sus rutas y es ahora el archipiélago canario el destino de estos exiliados de la miseria. Se suman a los miles que por los más distintos medios huyen de un continente en llamas. Unos se han quedado sin familia, otros han perdido sus hijos, sus padres, sus mujeres, sus hombres. Huyen de la guerra, de la inseguridad de sus países en muchos casos con sangrientas dictaduras, de la miseria y de las enfermedades derivadas de tanto desatino. Abandonan todo para conservar su dignidad y buscar en Europa un poco de esperanza que les permita vivir en paz y libertad.

Y ¿qué ofrece Europa? Ponemos en medio el Mediterráneo y el Atlántico, no como tabla de salvación sino como barreras de la muerte ¿Hacia dónde vamos? ¿Acaso Europa y el mundo desarrollado han perdido la conciencia?