Los recientes acuerdos para los presupuestos tienen una parte positiva cuál es la de activar un mecanismo fundamental para el funcionamiento del país y más en estas especiales circunstancias sanitarias y económicas y también para vehicular las políticas europeas en esta crisis, aunque, desde el punto de vista social, a mi entender, tengan algún reparo. Sin embargo, el procedimiento y los apoyos son más que discutibles cuando había opciones más integradoras, algo muy valioso siempre y en estos momentos más. Desde el punto de vista institucional, creo que produce fragmentación y división social, costes sociales que deberían de tenerse en cuenta. El bienestar social no son sólo kilómetros de carretera, camas de hospital o tener más dinero para consumir. Los valores compartidos mayoritariamente por la sociedad contribuyen a darle sentido a nuestras vidas y hacen que éstas merezcan la pena. Violentarlos produce malestar social e individual.

Desde hace tiempo se han incorporado a la gestión pública los costes externos que generan determinadas actuaciones. Por ejemplo, si se crece a costa de un deterioro social o medioambiental; si la gestión es inclusiva y permite la participación e incorpora a una buena parte de la sociedad o es excluyente y se fija y premia sólo a unos determinados sectores. Pues bien, los presupuestos, aunque sumen una mayoría parlamentaria que representa al conjunto de la sociedad, creo que no captan el sentimiento del conjunto de la sociedad. No tengo un sentimientometro pero si nos atenemos a sectores del propio partido del Gobierno que se han manifestado en contra, creo que estos acuerdos presentan muchas dudas en cuanto al apoyo social. Me hago cargo de los problemas de la aritmética parlamentaria, de sus dificultades. También de que hay que ponerse en cada situación concreta y no hablar desde la barrera. Algunos con más de 200 diputados en su momento no supieron o no quisieron poner en su sitio a la Iglesia, por ejemplo. Veo legítimos todos los votos y me gustan tan poco Vox como Bildu.

Hay animales que para protegerse engrandecen su aspecto tratando de infundir miedo o respeto. Por ejemplo, las lechuzas pequeñas que no tienen fuerza para volar expanden sus plumas y un pájaro que no es grande parece mucho mayor. Otros como las cluecas exhiben un plumaje abierto de satisfacción y agresivo, también protector. Entre los humanos hay muchos motivos para la impostura y la imagen: la estupidez, el ego, la presunción, la soberbia, la arrogancia.

En fin, estos días hemos asistido al «gran hito», hinchando el pecho, de incorporar a determinados acuerdos a Bildu y a ERC. Un argumento exhibido es el de crear un bloque de izquierdas. ¿De verdad se lo creen? La segregación, el supremacismo, la señalización del diferente, la imposición de unas ideas desde una minoría a una mayoría, los privilegios, el no respeto a la ley, la no condena del tiro en la nuca, ¿de verdad esos son valores de la izquierda? ¿se puede pensar que Bildu y Esquerra son de izquierdas? Entendería que se hagan esfuerzos por incorporar a esos sectores a los valores generales del sistema democrático, como hicieron en su día en Irlanda u hoy en Colombia. Podría ser que estos pasos contribuyan a una normalización. Sin embargo, hoy por hoy, no encuentro una posición estratégica de la izquierda real, no la retórica, que trabaje en esa dirección. No obstante, como se dice, con el primer paso se empieza, pero que no se olvide que ha sido la sanción ante el incumplimiento de la ley, lo que ha reducido o eliminado los comportamientos antidemocráticos. Las cesiones normalmente las han interpretado siempre como debilidad.

Hablaba al principio de nada que celebrar. Pues sí, abstrayéndonos de la terrible pandemia y la crisis económica, sí que hay cosas que celebrar. Los presupuestos son, con todos los reparos, un gran e importante asunto; que continúe la legislatura también; que legisle el gobierno, aunque sea con dificultades, también. Lo penúltimo: que la armonización fiscal entre en el debate público es otro gran asunto, porque no solo en la Unión Europea hay paraísos fiscales. En nuestro propio país hay comportamientos fiscales indignos y no son sólo los de Madrid, los hay más importantes como los que practican los 'aprovechateguis' de siempre, desde hace un montón de años. A los que se preocupan por la igualdad a veces, demasiadas veces, se les olvida. Mientras tanto el PP y la Iglesia, por los privilegios y el segregacionismo, y la libertad de elegir....ja: los que tengan, a los jesuitas, Opus, etc; los que no, a la pública y a Cáritas.