Opinión | EL TRIÁNGULO

¿Qué nos pasa con el mundo?

Recuerdo cada una de las voces que han proclamado el fin del mundo. Valía un juego de números capicúas y las profecías de Nostradamus adquirían toda la relevancia y veracidad y nosotros, simples mortales, solo esperábamos que pasara la fecha del desastre anunciado y pudiéramos abrir de nuevo los ojos y congratularnos al ver el sol, al sentirnos mojados por la lluvia y acariciados por las olas del mar.

Los hombres y mujeres de mi generación y de generaciones anteriores y posteriores no hemos vivido una guerra, me refiero a una de esas que hemos visto en las películas, en los documentales y en las televisiones donde la sinrazón, en general de una minoría, destroza la vida de una mayoría que solo quiere comprar el pan, besar los ojos de sus hijos y acariciar el cuerpo desnudo de una amante fugaz. Y paradójicamente, sin vivir ninguna guerra, hemos visto cómo los desastres naturales -en ocasiones no tan naturales- y los impulsados por la mano del ser humano nos hacían más y más débiles, más y más soberbios y nos llevaban a pensar que eso no nos iba a ocurrir a nosotros, pueblo rico de Occidente, cuyo único y gran dolor seguía siendo la historia no resuelta de su Guerra Civil y de una posterior dictadura que rompió en pedazos el futuro, ocasionando una importante ruptura entre los órdenes de cualquier sociedad que así quiera llamarse.

Poco a poco, peldaño a peldaño hemos ido avanzando, ya no sé si como pueblo o simplemente avanzando. Hemos llorado nuestro 11-M con la rabia de sabernos engañados y vulnerables; nos hemos desgarrado ante las imágenes de muertes y violaciones que han arrasado países y nos han convertido en espectadores de piedra y hielo; hemos lamentado todas las torturas que sin tener forma de tortura eran la tortura de una globalización cada vez más inhumana y egoísta, hasta entender de qué forma la palabrería se iba convirtiendo en otra forma sutil de barbarie.

La verdad es que no nos quedan muchas razones para la esperanza y menos cuando sabemos que no hemos comprendido al mundo y de esa forma no nos hemos amado ni respetado. ¿Qué nos pasa con el mundo?, nos preguntamos a diario cuando las declaraciones de ego barato, de triunfalismo pueril o de simples mentiras nos estallan en la sien, cuando vemos cómo se asedian las calles y los edificios públicos y ni siquiera somos capaces de entender que nos hemos convertido en huéspedes dormidos en los arrabales de la vida

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