Este tiempo tan acelerado presenta situaciones y comportamientos de la ciudadanía aparentemente muy distintos de los que había en otros tiempos, pero hay algunos patrones comunes y no tan diferentes. Sin duda las nuevas tecnologías han abierto nuevas formas de relacionarnos, de vivir y de buscarse la vida. Resulta extraño para las generaciones de mayores y no tan mayores lo que ofrece Youtube en multitud de aspectos, culturales, de aprendizaje, de formación, de asesoramiento y consulta, de ganar dinero, de ocio. Un mundo en el sentido más amplio de la palabra donde encuentras desde clases de Física o Economía a tutoriales de guitarra y pasatiempos de todo. Aquí algunos hacen negocio y otros simplemente ponen a disposición de todos unos conocimientos por los que reciben poco o simplemente nada. Curiosamente entre los que aportan poco, en mi opinión, se ha desarrollado una línea de negocios que algunos les está produciendo enormes beneficios. En este grupo están los que califican o se califican de 'influencers'.

La verdad es que influyen en comportamientos de terceros, pero asombra con qué. Sin embargo, tan equivocado es analizar el pasado con los ojos del presente como con los ojos del pasado interpretar el presente. Las experiencias del pasado acumulan cierta perspectiva, cierta ponderación en las apreciaciones que puede que las haga más certeras en sus consideraciones, pero, en fin, prudencia. Lo que se ve con tanto desenfado y desparpajo es consumo de algo bastante intrascendente, meros juegos seguidos por mucha gente, lo cual permite, por diversas vías, generar importantes beneficios. Y aquí se ha terminado el desparpajo y las gracietas.

Sociedad líquida

Se habla desde hace tiempo de la sociedad líquida. Zygmunt Bauman señalaba una sociedad sin principios, muy fluida y volátil, sin valores sólidos debido a la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios, que ha debilitado los vínculos humanos. Me da que se quedaba corto el insigne sociólogo. Parece más gaseosa que líquida. Este aterrizaje de los 'youtubers' al mundo real se traduce en el descubrimiento de prácticas antiguas que realizan los potentados, sean empresas o individuos. Se trata de pagar los mínimos impuestos porque ellos se merecen todo lo que ganan y seguramente no reciben nada de los demás, nada del Estado.

Los youtubers, no todos, descubren los paraísos fiscales. Viene bien este hecho para poner ante los ojos de miles de jóvenes la cuestión de reflexionar, aunque sea un poco, si es justo o por lo menos ético que no paguen impuestos ahí donde consiguen sus beneficios. El mundo de esos 'youtubers' es muy estrecho. Ellos han sido (se creen) creativos, fantásticos, hasta guapos y merecen todo lo que ganan. No tienen en cuenta que viven en comunidad y que las relaciones sociales y económicas tienen múltiples interrelaciones e interdependencias que hacen posible que la sociedad funcione para que su negocio funcione.

Si no hay una red telefónica que conecta, si no hay escuelas donde los clientes de esos 'youtubers' aprenden y estudian, si no hay empresas dónde trabajan los padres de sus clientes, si no hay infraestructuras que permitan a esas empresas funcionar, el sistema colapsa, deja de existir. Hemos visto estos meses de covid cómo los hospitales no hubieran funcionado si no hubiera habido el personal de limpieza y los mantenedores de servicios básicos; el necesario trabajo de las cajeras y repartidores y policías, en fin, oficios y trabajos muchas veces poco considerados pero que son imprescindibles. No es igual el que opera a corazón abierto que el que limpia el instrumental, pero todos son necesarios. No se trata de quitar mérito a aquel que desarrolla un producto, que se valora por un sector poblacional y paga por ello, pero no hay burbujas que permitan aislar los resultados de una actividad de la estructura social y económica donde se inserta.

La meritocracia hay que relativizarla, ya hablaremos un día de ella. Esto lo deberían tener en cuenta todos aquellos a los que el éxito les hace sentirse superiores y por tanto acreedores de ciertos privilegios. Esto vale para deportistas, empresarios, cantantes, haciendas vasca, navarra y madrileña, en fin, para todos aquellos que buscan, y siempre encuentran, justificaciones morales que se plasmen en disposiciones legales que les permitan aprovecharse de los demás, porque en el fondo, eso es, prácticas injustas e insolidarias, y en el fondo, miopes. No viene mal el caso de los 'youtubers' para discutir con los jóvenes sobre la sociedad actual y sus enemigos.