Este año, como bien sabemos, se conmemora el 275 aniversario del nacimiento de Goya. Este ilustre pintor representó a la mujer en numerosas obras pictóricas, pero es en los grabados y en los álbumes de Sanlúcar y de Madrid donde se pueden ver los distintos ambientes de la sociedad española de los siglos XVIII y XIX. Le interesaba mostrar y denunciar los comportamientos misóginos e hipócritas de una sociedad atrasada, comparándola con lo que se iba perfilando en Europa con el movimiento cultural e intelectual de la Ilustración, Goya, en esos momentos, personifica a las mujeres en modelos de la época, así las vemos reflejadas en los grabados como víctimas de agresiones o de pactos matrimoniales, también como trotaconventos o heroínas, sin olvidar los temas carnavalescos y mitológicos. Sin duda el pintor, en sus obras, albergaba una sensibilidad especial en el tratamiento de la imagen de la mujer, por lo que constituyó, dentro de la historia de la pintura, un importante referente que ha perdurado hasta nuestros días. Fue un pionero con una solvencia muy genuina, pues hasta entonces la figura de la mujer se revelaba más como musa o modelo estético que como referente social, y Goya ayudó a hacer visible las situaciones más humillantes que sufría la mujer en aquella época.

Desde entonces hasta nuestros días, el contexto social ha cambiado, es obvio, pero que aún se siga conmemorando el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer como fecha reivindicativa, es debido a que los derechos de la mujer siguen sin ser del todo reconocidos, entre otras cosas, porque no existe una sincera voluntad, por parte de los países democráticos, en poner límites a aquellos otros países que gobiernan con puño de hierro vulnerando, con descaro y sin ninguna reserva, los derechos humanos, entre otras cosas porque las economías trasiegan en continua concomitancia para obtener beneficios comunes entre los gobiernos, por lo que no deja de ser una actuación cínica conmemorando el 8 de marzo, cuando permiten que la mujer siga siendo mercancía de manipulación al antojo de sociedades y de regímenes autoritarios que actúan de manera cruel en un mundo globalizado negativamente estructurado.

Si Goya dibujara secuencias cotidianas, estampas satíricas, de la sociedad actual, posiblemente tendrían mucho en común con lo que él reflejó en sus grabados y, aunque lamentablemente la mujer sigue estando en situaciones de alto riesgo en numerosos países del planeta, también dibujaría -y me otorgo la libertad de suponer- a las mujeres de sociedades desarrolladas como esas petimetras que se llenan el rostro de botox hasta perder la fisonomía o las que se presentan a concursos de belleza o trabajan como modelos anoréxicos, incluso las que militan en políticas indefinidas como falsas feministas. Pero como nuestra sociedad avanza, aunque sea a base de años y reivindicaciones, el artista también tendría la posibilidad de pintar mujeres valientes, comprometidas con los derechos humanos, profesionales que arriesgan su vida para ayudar a los demás, o aquellas que logran sacar a su familia adelante de forma autónoma, también las que demuestran su alta capacidad de trabajo de la misma manera que su compañero de fatigas, siempre y cuando se lo permitan. Ahí estamos, en llegar a conseguirlo.